Una corporación estuvo definida en gran medida por su CEO y presidente, un líder cuya trayectoria abarcó múltiples industrias. Pasó de bienes raíces a energía, de alta tecnología a su interés actual: las redes sociales y los sistemas de comunicación social.
Consciente de la velocidad a la que avanzan las innovaciones tecnológicas, entendió que hoy el desafío para un líder empresarial no es solo dirigir una empresa, sino anticipar hacia dónde se dirige el mercado y cómo la tecnología está transformando nuestras vidas.
Desde el primer momento en que lo conocí, supe que estaba frente a una mente singular. Su capacidad para saltar de una industria a otra con una facilidad desconcertante me intrigaba.
Le pregunté una vez: “¿Cómo puedes cambiar de software a esquí y luego a gas?” Su respuesta fue clara: “Hoy no debes enamorarte de un solo sector. La vida cambia y tienes que cambiar con ella”.
Y así lo hizo. Con una formación en matemáticas y ciencias políticas, seguido de una maestría en negocios, su camino no estaba predeterminado. No venía de una familia de empresarios. Solo buscaba una oportunidad para probar sus habilidades. Esa oportunidad llegó cuando, aún en la universidad, ayudó a transformar una propiedad en un desarrollo viable, logrando financiación y rentabilidad para los inversionistas. Fue su primer éxito en bienes raíces, pero no el último.
Cuando una crisis energética golpeó, su visión estratégica lo llevó a encontrar soluciones creativas para la escasez de materias primas. En lugar de simplemente afrontar el problema, vio una oportunidad: empezó a participar en la industria química, lo que lo llevó a la fundación de una importante corporación de productos químicos y energía.
Con el tiempo, comprendió que la tecnología iba a cambiar la forma en que las empresas operaban. Vio que la informatización, las telecomunicaciones y el procesamiento de datos estaban en camino de fusionarse, transformando todos los sectores. Cambió su enfoque y comenzó a desarrollar compañías tecnológicas, convencido de que el mundo corporativo y los gobiernos tendrían que adaptarse a estos cambios.
Su visión lo llevó a apoyar a un candidato a gobernador que compartía su perspectiva, ayudándolo a ser elegido y luego presidiendo iniciativas estatales para el desarrollo tecnológico.
Su intuición se confirmó cuando el internet y la telefonía móvil revolucionaron la comunicación global. Años antes de que el término “redes sociales” se convirtiera en una palabra común, él ya estaba explorando su impacto en los negocios.
En los últimos años, se ha centrado en cómo la conectividad global impacta la marca, el marketing y las ventas. La capacidad de alcanzar clientes alrededor del mundo y crear relaciones de confianza como nunca es ahora una realidad. “Hoy, si una empresa dice que es excelente y tu amigo dice que esa empresa es excelente, ¿a quién le crees? Obviamente, a tu amigo”, explica.
Este fenómeno lo llevó a explorar lo que él llama comercio social, un concepto más amplio que las redes sociales. Las empresas ya no pueden simplemente lanzar anuncios; deben interactuar y generar confianza con los clientes. Un solo cliente insatisfecho, en esta era digital, puede causar un impacto global.
“Ahora los clientes están completamente conectados. Tienes que escucharlos, interactuar con ellos y responder”, advierte.
Su visión sobre el futuro del comercio lo llevó a escribir un documento sobre cómo las empresas pueden integrar el comercio social en sus estrategias. “Puedes hacerlo solo, contratando consultores aquí y allá, o puedes hacerlo en conjunto con otras empresas que compartan esta visión”, sostiene. Optó por la segunda opción, creando una institución sin fines de lucro para ayudar a compañías a adaptarse a esta nueva era digital.
A lo largo de su carrera, identificó un principio clave para el éxito: formar equipos complementarios. Se inspiró en nuestra metodología y conceptos de esta, asegurándose de que sus equipos comprendieran la importancia de contar con diferentes estilos de liderazgo.
Su enfoque comenzaba con un análisis honesto de cada miembro del equipo. Los líderes debían reconocer sus fortalezas y debilidades, y compartirlas abiertamente. “Lo que busco es confianza entre los miembros del equipo. Que puedan decir: ‘Sí, hay cosas en las que no soy bueno, y estoy bien con que lo sepan’.
Esto va en contra de la naturaleza humana”, señala. Sin confianza, las personas ocultan sus debilidades y, en lugar de delegar tareas en quienes son más competentes, intentan hacerlas ellos mismos, lo que lleva a una pérdida de eficiencia.
Construir un equipo complementario no es suficiente si no hay confianza y respeto mutuo. “Muchas personas creen que el éxito se basa en conocer la industria, el mercado o la tecnología. Pero lo que realmente marca la diferencia no es lo que sabes, sino quién eres. Lo que sabes se vuelve obsoleto rápidamente; lo que eres es permanente”, afirma.
Su capacidad de moverse de una industria a otra radicaba en esta premisa. No necesitaba ser un experto en cada campo; lo que necesitaba era construir un equipo que lo complementara. Mientras otros veían el cambio como un obstáculo, él lo veía como una oportunidad.
Cuando se le pregunta si ha fracasado, responde sin dudar: “Por supuesto, pero nunca pienso en el fracaso antes de comenzar un nuevo proyecto”. Para él, cada iniciativa es un experimento. Si los resultados no son los esperados, simplemente ajusta el rumbo y sigue adelante. No lo ve como un fracaso, sino como parte del proceso de aprendizaje.
A los gerentes que buscan su consejo, les da una respuesta clara: “Todo se trata del equipo. Hay que desarrollar personas”. Al contratar, no busca títulos impresionantes o años de experiencia, sino carácter, pasión y capacidad. “No decido hasta dónde puede llegar alguien en la empresa. Eso lo deciden ellos mismos”, dice.
En su enfoque, no intenta motivar a las personas. “No puedo motivarte. Solo puedo darte oportunidades. Depende de ti aprovecharlas”. Su liderazgo se basa en la meritocracia, la responsabilidad compartida y la creencia de que, con el equipo adecuado, cualquier empresa puede alcanzar el éxito.
Su historia es una lección de liderazgo adaptable, basada en la confianza, la innovación y la capacidad de ver oportunidades en cada cambio. En un mundo en constante evolución, su enfoque sigue siendo una brújula para cualquier líder que quiera mantenerse relevante y efectivo.
El autor es Consultor de gestión global, como fundador y director ejecutivo del Instituto Adizes, ha dedicado su carrera para ayudar a organizaciones a mejorar su desempeño y efectividad a través de la Metodología Adizes.
Sitio: www.Adizes.com