El voto de 77 millones de estadounidenses puso en el centro del poder mundial a un personaje que asume el rol del archivillano ultrapoderoso que puede destruir todo a su paso con tal de satisfacer su ego y sus ambiciones.
La mala noticia es que este bully de antología no se limita a un personaje de ficción, sino que sus acciones son terrible y dolorosamente reales.
Donald Trump es un fenómeno de los nuevos tiempos comunicacionales. Su carrera está íntimamente ligada, primero a la prensa amarillista, luego a la televisión en su modalidad de “Reality TV” y, a partir de hace 10 años, íntimamente ligado a las redes sociales y a un ecosistema mediático formado por la Fox News —la cadena de TV más vista en los Estados Unidos— y un amplio surtido de vociferantes personalidades en la radio y los podcasts.
Este ecosistema tiene una característica común: los hechos no existen. El nivel de creación de realidades alternas, otros datos, fake news y teorías de la conspiración han formado (¿deformado?) unas audiencias que escuchan y ven lo que quieren oír, lo que mejor conecta con sus resentimientos, prejuicios y formas de ver la vida.
Quien tenga Twitter/X puede ver cómo somos bombardeados por cuentas a las que no seguimos y cuyas ideas no nos interesan o compartimos. Yo no sigo a Elon Musk y no me deja de salir en mi timeline. Nunca en la vida seguiría a Alex Jones —el infame propagandista que tuvo el cinismo de afirmar que la matanza de 20 niños en la escuela Sandy Hook había sido un montaje— y, sin embargo, no deja de aparecer en mi pantalla.
Una democracia sana requiere información fidedigna a partir de lo cual dialogar; nada de eso sucede y lo que predomina es una lucha descarnada y cínica por imponer mentiras y manipular a la gente. Los algoritmos no son inocentes y están programados desde el poder.
Esta dinámica comunicacional ha tenido gran eco en sus principales bases de apoyo electoral, una población blanca amenazada por los cambios económicos, sociales, demográficos y culturales creados por la globalización y los avances de un mundo abierto y en movimiento.
Esta reacción conservadora, francamente de ultraderecha, está siendo financiada y alimentada por una oligarquía tecnológica y energética para quienes las regulaciones estatales son un obstáculo en la búsqueda de la riqueza infinita.
La manipulación es tan eficaz que ha logrado avances en todos los segmentos de la población, incluyendo, entre otros, a la población latina a quienes evidentemente desprecia.
La política para construir, acordar y llegar a formulaciones gana-gana es anatema para un personaje con vocación de tirano.
Sabedor de la importancia del timing y de regreso con mayor experiencia para ejercer el poder y con un gabinete de leales radicalizados, sus primeros días han sido un catálogo de órdenes ejecutivas, comentarios y declaraciones que tienen un denominador en común: lastimar a alguien.
Si lo que le ponen enfrente para firmar no es mala onda o destructivo, pareciera desecharlo.
La amenaza de deportaciones masivas lastima a millones de personas indocumentadas que, con su sudor y trabajo incansable, contribuyen a su economía y enriquecen la vida de ese país.
Declarar que para él es prioritario defender su frontera sur en lugar de defender fronteras en otros países, constituye una señal de abandono a Ucrania y en su momento a Taiwán. Quitar el manto de protección estadounidense incentiva aventuras militaristas en todas las regiones del mundo.
Poner tarifas y aranceles a sus principales aliados regionales como México y Canadá, dañará sus economías y al mismo tiempo afectará a los consumidores estadounidenses. Lo mismo para sus “socios” europeos.
Salirse de instancias multilaterales como el Acuerdo de París sobre cambio climático o de la Organización Mundial de la Salud, daña profundamente la posibilidad de combatir el calentamiento global y la respuesta a futuras pandemias.
Establecer que para el gobierno solo hay dos sexos: hombre y mujer, con lo que violenta los avances en materia de diversidad de género.
Ordenar que se echen para atrás las políticas DEI (Diversity, Equity, Inclusion) no solo a nivel gubernamental, sino extendiéndola a todas las empresas que son proveedoras del gobierno, con lo que afecta seriamente la marcha hacia una sociedad plural y tolerante.
Otorgar el perdón a mil 600 personas que violaron el capitolio de manera violenta con muertos y heridos en un intento de golpe blando.
Intentar eliminar el derecho a la ciudadanía a los bebés nacidos en Estados Unidos si sus padres no tienen una estancia legal.
Y algunas otras nada más por jorobar. Hacer que todos los servidores públicos asistan diario a la oficina y dejen de tener los beneficios de calidad de vida que trae el home office. Eliminar la página en español de la Casa Blanca y querer renombrar el Golfo de México como Golfo de América.
Con estas y muchas otras venganzas podemos ver a un líder cruel que intencionalmente desea proyectar pavor entre todo el mundo. Como sabio mediático, entiende la potencia de ser fiel a un rol/personaje. Terrible problema que esto no es de película, es dolorosamente real.