Descansar este primero de mayo es un privilegio para más de la mitad de los trabajadores mexicanos.
En el artículo 74 de la Ley Federal de Trabajo (LFT) se indica al primero de mayo como un día de descanso obligatorio ya que se celebra el Día Internacional del Trabajo. Señalando que, en dado caso de trabajar este día, el pago debe ser el salario normal más un salario doble adicional.
Pero, ¿cuántos mexicanos tienen este “privilegio”?
En los últimos datos liberados por el INEGI, la tasa de informalidad en México es del 54.45 %, lo que nos indica que la respuesta a esta pregunta es que menos de la mitad cuenta con este “privilegio”. Si bien esta tasa tiene tendencia a la baja, en los últimos 15 años solo ha disminuido en cinco puntos porcentuales, lo cual nos indica un ritmo de disminución lento.
Quizás todos hemos visto en redes sociales alguna imagen alusiva a lo “bien” que le va a una persona que se encuentra en el sector informal o conocemos un caso de éxito (taquero, señor de la barbacoa, etc.), pero debemos tener claro que este tipo de situaciones son la minoría. Esa no es la situación promedio de un trabajador informal.
Mientras un trabajador formal en México suele tener acceso a seguridad social, crédito para vivienda, días de descanso según la Ley Federal del Trabajo y vacaciones pagadas, el trabajador informal enfrenta menores ingresos, carece de prestaciones y trabaja en condiciones más vulnerables. Sin embargo, los informales gozan de mayor flexibilidad laboral y menores cargas fiscales, lo que explica en parte la elección de los trabajadores que se encuentran en este tipo de trabajos.
Usando los datos de INEGI del cuarto trimestre del 2024, se encuentra que los trabajadores informales cuentan, en promedio, con nueve años de escolaridad, teniendo entonces secundaria terminada, en tanto que los formales cuentan con doce años en promedio, lo que se traduce en al menos preparatoria.
En cuanto a la duración de la jornada laboral, los trabajadores informales laboran en promedio 38.4 horas semanales, mientras que los formales registran jornadas en promedio de 46.2 horas, es decir, alrededor de ocho horas más por semana.
La distribución salarial en el mercado informal está muy cargada a salarios bajos, ya que el 61.52 % de los trabajadores ganan hasta un salario mínimo, mientras que el 31.4 % gana entre uno y dos salarios mínimos. Solo el 7 % percibe un ingreso mayor a dos salarios mínimos.
Comparando esta situación con los formales, uno de cada cinco trabajadores percibe hasta un salario mínimo, en tanto que una cuarta parte tiene ingresos superiores a dos salarios mínimos. El resto de los trabajadores formales obtienen remuneraciones entre uno y dos salarios mínimos.
Considerando únicamente a los trabajadores que reciben una remuneración monetaria, el ingreso promedio mensual es de $13,318 para los formales, frente a $7,260 en el caso de los informales.
Con datos de la ESRU-EMOVI, se puede ver las diferencias en los niveles socioeconómicos (según AMAI) entre los formales e informales para contemplar una medida que toma en cuenta más factores. Poco más de la mitad de los trabajadores informales se encuentran en los dos niveles más bajos (E y D), mientras que de los formales solo es una cuarta parte.
En los niveles más altos (C+ y A/B) las diferencias siguen siendo considerables y favorables para los formales, ya que el 23 % de estos trabajadores se encuentran en estos niveles y solo el 9 % de los informales logran llegar a estos niveles socioeconómicos altos.
Al mismo tiempo la informalidad puede estar imponiendo una barrera importante en la movilidad social, ya que los trabajadores en este sector enfrentan una mayor dificultad para mejorar sus condiciones de vida a largo plazo. Esta realidad refuerza la vulnerabilidad de los trabajadores informales no solo en el presente, sino también en su futuro económico.
La persistencia de una alta tasa de informalidad en México, indica la necesidad de políticas públicas más efectivas y estructurales. México debe intensificar sus esfuerzos para mejorar las condiciones laborales y promover la formalización del empleo.
Reflexionar sobre este primero de mayo implica reconocer que tener un empleo formal, con acceso a seguridad social, prestaciones y derechos laborales, sigue siendo un privilegio en México. Mientras millones aún luchan por condiciones básicas de trabajo digno, quienes contamos con estos beneficios debemos valorar y defenderlos, al tiempo que exigimos políticas que amplíen su alcance a toda la población ocupada.
El autor es Profesor Investigador en la Escuela de Negocios de la UDEM, Consultor y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONAHCYT.