Vaya semana; así pasa el tiempo y, entre tantos acontecimientos de gran envergadura, o apariencia de tales, otros que pasan desapercibidos marcarán tendencia.
Hagamos un rápido repaso. A diez días de iniciar su segundo mandato, Donald Trump anunció la aplicación de aranceles del 25% a mercancías importadas de México y Canadá, sus principales socios comerciales, y además clasificó a los cárteles mexicanos como terroristas y a la migración como una amenaza para la sociedad norteamericana.
Cumplió su palabra; el sábado 1 de febrero lo confirmó. No había sorpresa en la retórica, ya que ese discurso fue parte sustantiva de su campaña política. Lo que sorprendió fue que, con tal celeridad, pasara del dicho al hecho y que dejara claro que no se trataba solamente de una estrategia con el fin de presionar para lograr mejores condiciones para la renegociación del T-MEC prevista, por cierto, no para ahora, sino para el 2026.
La presidenta Claudia Sheinbaum, anticipándose, había anunciado el “Plan México”, lo que más que una estrategia parecía un llamado a la unidad nacional frente a la eventual amenaza externa. De la misma manera, en Canadá su primer ministro buscaba recuperar algo de su prácticamente segura derrota electoral.
Posteriormente, justo hace una semana, la presidenta mexicana dio a conocer una llamada con Donald Trump, en la que se anunció que la aplicación del 25% de aranceles se pospone un mes y que México enviará a la frontera norte 10 mil efectivos de la Guardia Nacional para contener el flujo migratorio y combatir el tráfico de drogas. Además, se informó que se instalarán mesas entre los dos países para tratar temas de seguridad, migración y comercio. Al mismo tiempo, Justin Trudeau anunció que se reforzará su frontera sur con más efectivos y recursos tecnológicos y que se suma a la consideración de los cárteles mexicanos como terroristas.
No se dice nada de mesas trilaterales y poco de bilaterales entre Canadá y México, como podría esperarse. Lo que es un hecho es que la estrategia norteamericana busca evitar el multilateralismo y se basa en colocarse en el centro de cualquier negociación. Y para complicar aún más el panorama, Ecuador aprovecha la oportunidad y anuncia aranceles del 27% para productos mexicanos, así el concierto…
Por si hiciera falta, un avión de la fuerza aérea de los EU sobrevuela el Golfo de California y buques de la armada de ese país se dejan ver en las costas de Baja California. A la par se consignan hechos de violencia en la frontera norte de Tamaulipas, haciendo evidente que la estrategia mexicana del sexenio pasado contra el crimen organizado está excluyendo los “abrazos”.
Arrecian los temas transfronterizos y no amainan los internos, o estos quieren ser tratados, aprovechando la coyuntura, a través de la estrategia de cerrar filas ortodoxamente en torno al actual gobierno.
El pasado miércoles, en la conmemoración de la unión de la República expresada en la Constitución, se lleva a cabo en Querétaro un hecho sin precedentes: se excluye de la conmemoración a uno de los tres poderes del Estado, nada más a quien tiene la facultad máxima de interpretar el pacto social en nuestro país, o al menos la tenía antes de la reciente reforma que ahora determina que la aplicación de la norma tiene que ser a la literalidad de la misma; menudo problema dadas las contradicciones detectadas en un texto, que sin mayores consideraciones, ha sido alterado a toda prisa.
La conmemoración republicana, ¡sí!, esa que congregaba a todos los que conformamos este país diverso, multicultural y plural, ahora se redujo a una invitación a quienes, según el criterio de la actual presidenta, merecían estar en ella y no quienes, por su representación, tenían que estar ahí. El Poder Ejecutivo se exhibe como poder supremo y, como tal, se apropia del acto más representativo de lealtad a la Constitución y no a un poder o persona en particular.
Parecería que lo que se quiere dejar claro es que en estos momentos de presiones externas la única posibilidad admisible es plegarse a las disposiciones oficiales y que cualquier opinión divergente será por lo pronto excluida. Lo habíamos advertido, pero ahora los hechos lo comprueban.
A la par de lo anterior, el proceso para la elección de juzgadores acorde con la reforma al Poder Judicial transcurre de manera por demás trompicada. El Senado se abroga facultades del Poder Judicial al amparo de una sentencia del Tribunal Electoral y muy probablemente pasado mañana envíe al INE la lista no solo de las candidaturas que le corresponden, sino además las de los otros dos poderes, sin consideración alguna a la opinión de la Corte, que al parecer durante la semana sesionará para conocer y resolver el proyecto del ministro Gutiérrez Ortiz Mena que, como se ha dado a conocer, invalidaría la resolución del Tribunal.
Estamos frente a un escenario en el que la certeza, cualidad del Estado de derecho, da paso a la arbitrariedad sin más consideración que el cálculo político de hacerse del Poder Judicial y alinearlo al Ejecutivo Federal.
Por si fuera poco, la Dra. Sheinbaum anuncia una reforma más: la eliminación de la reelección en cargos públicos y, además, una iniciativa para evitar el nepotismo. Propuestas que están lejos de la pretensión de su antecesor en cuanto a eliminar los plurinominales, revisar la estructura de los órganos electorales y el financiamiento a los partidos políticos. Sin embargo, habremos de estar atentos a que una reforma de ese calado, que trastocaría nuestro modelo democrático, no proceda más adelante. Al parecer, el instinto de supervivencia de los actuales partidos políticos aliados al régimen fue el freno.
Finalmente, en este breve recuento, la reforma al Infonavit avanza y no estamos solo frente a la disposición del Ejecutivo Federal de millonarios recursos aportados por trabajadores y patrones, sino a la pretensión de volver a un gobierno “productor” que constituye empresas del Estado, recordándonos con estos viejos paradigmas que creíamos superados dada su ineficiencia.
No podemos perdernos inactivos en este cúmulo de acontecimientos; si es así, el país se nos irá entre las manos y, a través de grandes o pequeñas decisiones, nos despertaremos pronto en una casa ajena.