Va para 10 años que decidimos convertir al entonces Distrito Federal en una nueva entidad política. La mayoría ya usaba otros nombres para referirse a la capital, por lo que el cambio se sintió más como un reconocimiento de la realidad que la llegada de una nueva. De hecho, la Coparmex lo lleva haciendo desde que fundó, hace 27 años, el Centro Empresarial de la Ciudad de México. No es nada nuevo que un organismo empresarial anticipe los cambios que hacen los gobiernos. Por ejemplo, cuando se constituyeron los derechos laborales como producto de la revolución, estos no sorprendieron tanto a los trabajadores regiomontanos, pues las empresas de la región llevaban años ofreciéndoles seguridad social, educación y vivienda.
Cuando el ingeniero Humberto Trejo respondió a la convocatoria del doctor Gerardo Aranda, presidente nacional de la Coparmex, para establecer la nueva representación, tenía en mente una problemática particular del empresariado capitalino. Las reglamentaciones locales y la burocracia obstaculizaban, con trámites y procedimientos desatinados, tanto la creación de nuevas empresas como la operación de las que ya trabajaban. Hoy colaboramos con el gobierno de la ciudad para revertir esta situación, pero fue él quien institucionalmente trajo el asunto a la mesa. La Coparmex CDMX nació como una evolución del organismo empresarial, concentrándose para tratar problemas universales con un “acento en lo local”, como decía Rufino Tamayo. Hoy, después de casi tres décadas, las circunstancias nos inducen a tomar nuevos impulsos.
Este año, la Coparmex, en compañía de los sindicatos, dirige un diálogo social en favor del Infonavit, que está siendo reformado ante el cuidadoso interés de empresarios y trabajadores. El presidente Juan José Sierra se ha reunido con los dirigentes sindicales para unificar la supervisión de los cambios a una institución vital; este es un momento histórico en la vida empresarial y social del país que no sucedía desde que Carlos Abascal, expresidente de la Coparmex, acordó con los sindicatos una “Nueva Cultura Laboral”. Aquel pacto adoptaba el objetivo de que “por la mañana, se trabaja en una empresa del siglo XXI”, para que, por la tarde regresáramos “a una casa del siglo XXI”. Trabajo, empresa y vivienda fueron los ejes del diálogo de aquellos años que hoy recapitulamos.
Abascal decía que “el error no tiene derechos”. Me permito una precisión, el error tiene derecho a ser reconocido como producto de la autonomía, del pleno uso de la razón. Esa era la condición para acceder a “la mayoría de edad”, fruto de la era de la Ilustración: ser responsable solo es posible cuando tienes derecho a equivocarte. Toda reforma es un proceso, y si la del Infonavit necesita afinarse, las correcciones deben surgir de la corresponsabilidad entre los trabajadores, las empresas y el gobierno. Por ello, este mes la Coparmex CDMX se suma a la iniciativa de un Consejo Asesor Nacional, para cumplir con la tarea de armonizar las relaciones dentro de la empresa –con los trabajadores– y fuera de ella –con el gobierno– en la búsqueda universal de la riqueza y del bienestar. “La ciudad que lo tiene todo” (un lema, por cierto, acuñado por la Coparmex) hoy también nos tiene a todos.