Hay una muy conocida fábula que se aplica de manera cercana al tema de los aranceles. Se la refiero.
Al caer el sol, dos excursionistas se preparaban para pasar la noche en sus sacos de dormir y, cuando estaban quitándose la ropa, advirtieron que a unos 50 metros había un gran oso pardo, mirándoles y en posición de ataque.
Uno de ellos tomó lentamente sus zapatillas de correr y comenzó a calzarse, sin dejar de mirar al oso. Su compañero, le preguntó entre atemorizado y sorprendido: “¿Acaso crees que vas a correr más que el oso…?”. Y el otro le contesta: “No. Sólo aspiro a correr más que tú”.
Los países que comerciamos con Estados Unidos somos los excursionistas. Ninguno puede correr más que el oso. No hay un solo país en el mundo –ni China– que tenga tanta influencia en el comercio mundial como EU.
Pero, a la hora de diseñar una estrategia para hacerle frente a este complejo entorno, tal vez México pueda correr más que otros.
Nos van a tocar aranceles. Bueno, de hecho, ya nos tocaron desde marzo. Pero, aún nos van a tocar más y nos van a pesar en el desempeño económico del país. Mañana los conoceremos.
Espero que el gobierno ya esté pensando en las medidas extraordinarias que va a tomar frente a ese hecho.
Pero, también hay buenas posibilidades de que el oso alcance a otros antes que a nosotros y nos dé márgenes y tiempo.
La negociación con el gobierno norteamericano ya no será si nos va a aplicar aranceles o no. Eso ya está resuelto.
El tema es cuánto, cuándo y qué alcance tendrá.
El cuánto ya nos lo dio, a modo de ejemplo, el tema automotriz. Es diferente que se aplique un arancel de 25 por ciento como a todo el mundo, a que a nosotros vaya a ser de 15 por ciento en mayo, por efecto de las partes norteamericanas que hay en los automóviles.
Podemos tener algunas ventajas ante ese hecho.
Veremos si la filosofía que se aplicó en el tema automotriz puede extenderse a otros ámbitos.
Pero falta el cuándo y el alcance. Ya lo sabremos.
Hay que convocar a nuestros aliados del lado norteamericano. Algo está haciendo el gobierno, pero mucho más está haciendo el sector privado mexicano, dialogando con sus homólogos, los que eventualmente pueden llegar a los oídos de Trump.
Pero, también hay que decir al gobierno de Trump que no estamos mancos.
Podemos responder en el ámbito comercial, como otros, pero tenemos otras herramientas de las que los demás carecen.
En una de las conversaciones que tuvo la presidenta Sheinbaum con Trump, le dijo que no podría decirle a nuestra gente que siguiera apoyando igual en temas de seguridad si no veía alguna reciprocidad.
No es el caso, pero imagine por un momento que el gobierno mexicano dijera que ante la insensibilidad del gobierno norteamericano los esfuerzos de seguridad de nuestro país se concentrarían en el ámbito interno y ya no en evitar el trasiego de drogas a EU.
¿Cómo reaccionaría Trump si ya no hacemos demasiado por evitar el tráfico de fentanilo?
¿Nos invadiría? ¿Nos cerraría la llave del gas para que la economía mexicana se colapsara?
El presidente de Estados Unidos es ideológico y atrabancado, pero no es suicida.
Tenemos palancas para negociar.
Quizás hubiera que tomar más riesgos que los que hemos tomado hasta ahora, pero México es el excursionista que tiene los mejores tenis para correr y que puede dejar a la zaga a otras naciones.
Eso requiere una aguda y sutil habilidad política y diplomática.
Como en todas las negociaciones complejas, hay que ceder, pero también saber exigir.
Hay que crear libretos y escenografías que formen parte de la negociación.
No será sencillo, y hay que estar conscientes de que el estira y afloja con el gobierno de EU tiene por delante muchos meses… en el mejor de los casos.
No hay que cansarse y hay que seguir buscando las mejores condiciones para transitar por esta etapa que será muy compleja para nuestra economía.