La orden es clara y contundente: no tocar a ningún cercano a AMLO, como, por ejemplo, Rubén Rocha Moya, Cuauhtémoc Blanco, Cuitláhuac García, Francisco Garduño, Félix Salgado y otros tantos personajes que son altamente cuestionados por diversos ilícitos que son de dominio público.
La presidenta Sheinbaum acaba de reiterar que nadie la va a dividir con su mentor y con ello tira línea para que, incluso, los mismos morenistas, que quieren que algunos de esos innombrables paguen las cuentas pendientes con la justicia, se queden con las ganas, como es el caso de la gobernadora de Morelos, la morenista Margarita González.
“Nosotros no vamos a encubrir a nadie, que se hagan las investigaciones por las fiscalías, federal y estatal”, advirtió la jefa del Ejecutivo federal; sin embargo, esta declaración contrasta con esa incómoda realidad que encuera la protección que prevalece sobre ellos.
En el tema del popular exjugador del América, tricampeón del fut mexicano, existen diversas imputaciones ventiladas a través de los medios de comunicación de Morelos y nacionales, que lo vinculan con el crimen organizado, además de no manejar los recursos presupuestales a su cargo cuando fue gobernador con la probidad que se requiere en responsabilidades de altísimo nivel como una gubernatura.
En un país en donde la palabra del presidente es la máxima ley, por encima, incluso, de la Carta Magna, el ‘Cuau’ se ha sentido cobijado desde el día que fortaleció su amistad con López Obrador; unos dicen que fue a través de su hijo menor, quien es aficionado del América y considera a Cuauhtémoc como su ídolo; otros, en cambio, hablan de una empatía entrañable del tabasqueño con el futbolista. En cualquiera de los casos, el halo protector se mantiene y ello evitará su desafuero como diputado federal y con ello mantendrá el fuero que lo exenta de cualquier proceso judicial.
La acusación de la media hermana del jugador por un intento de violación tan solo es la punta del iceberg que esconde una montaña de ilícitos que se guardarán en el congelador porque no hay forma de que pague sus fechorías.
No hay duda de que la gobernadora Margarita González tiene los pelos de la burra en la mano para dar luz verde a la presentación de diversas acusaciones contra el americanista.
Para el creador de la famosa cuauhtemiña, las acusaciones se las pasa por el arco del triunfo, no obstante que estas están fundamentadas en diversos expedientes en poder de la Fiscalía estatal y que, ahora con un nuevo fiscal, Edgar Antonio Maldonado, afín a la mandataria de Morelos, se judicializarán en cuanto se levante el velo protector.
El jugador tendrá que inventar otra genialidad para evitar el manotazo de la justicia.
Como se aprecia, el asunto, como otros tantos, puede tener diversos caminos: uno, que predomine el Estado de derecho y se judicialicen los expedientes que existen en contra de Blanco y con ello se hagan las investigaciones con un criterio imparcial, para establecer, con base en las pruebas, si hay elementos que inculpen al exjugador de la selección nacional de futbol.
No hay que pecar de ilusos al esperar que se lleven a los tribunales al ‘Cuau’ y otros personajes incómodos de la 4T; hacerlo significaría, según la versión del oficialismo, que se abriría la caja de Pandora, en donde habría una lista interminable de ilustres cuatroteros que le seguirían los pasos al deportista.
¡Si cae uno, caemos todos! Es la consigna del oficialismo y por eso se empeñan, por ejemplo, en defender con tanto ahínco a Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, aunque en este caso, si no se le retira del cargo antes del 4 de marzo (fecha en que termina el periodo de gracia que concedió Donald Trump a su contraparte mexicana para mostrar pruebas reales de su compromiso para combatir a los narcoterroristas y a aquellos funcionarios públicos que los protegen), se harán realidad los aranceles del 25% para todo producto mexicano que se exporte a la Unión Americana.
El tiempo pasa muy rápido y el gobierno mexicano no está haciendo su tarea a plenitud, ya que una cosa es el haber mandado a 10 mil elementos a las fronteras para ordenar e impedir los flujos migratorios ilegales y otra, muy diferente, que los cárteles de la droga sigan operando en la mayoría del territorio nacional y en el trasiego de drogas sintéticas a Estados Unidos, con la complacencia de los gobernadores.
Veremos en los próximos días el desenlace de la novela de Cuauhtémoc Blanco y de Rubén Rocha Moya, lo que es un hecho es que son lastres que carga la presidenta en una losa que ya es más pesada que la del Pípila.
El reto que tiene la doctora Sheinbaum es descomunal para recomponer el rumbo del gobierno que le dejó AMLO, y si a eso le agregamos que tiene que proteger a innombrables, pues se multiplica.