Trump tiene contra la pared al gobierno de México. La acusación de gobierno narco es muy delicada. Una y otra vez lo pone en el banquillo de los acusados y lo incrimina de proteger y estar ligado al narcotráfico. Ante el pleno del Congreso estadounidense, con una audiencia de millones de personas en todo el mundo, de nueva cuenta y con vehemencia repitió esta grave denuncia y su compromiso de hacerle la guerra a esos delincuentes.
La fortaleza de un gobierno es su autoridad moral. La dignidad nacional no es negociable. La presidenta de México debería deslindarse y exigir al presidente Trump una aclaración del alcance de estas acusaciones y, si proporciona pruebas de lo dicho y resultan ciertas, proceder con la ley en la mano. Limpiar la casa. Este es un tema político, no económico. El daño causado por los aranceles es mucho menor que el descrédito para el gobierno de la 4T.
¡Qué ironía de la vida! La política es circular. El sexenio pasado se dedicó a desprestigiar a Calderón y a García Luna. Ahora resulta que el presidente de Estados Unidos acusa al gobierno pasado y a la actual administración de la misma enfermedad. La condena es mayor y se debe aclarar para bien de México.
Este problema es de inmediata resolución, como suelen decir los legisladores, pues puede afectar seriamente al actual gobierno. México es un excelente aparador para Trump, que busca trascender y hacer historia. Desmantelar los cárteles y denunciar a los narcopolíticos le garantiza liderazgo y espectáculo.
El vecino lo sabe y continúa con el juego de malabares. En privado le dice a la presidenta que es una mujer maravillosa y en público acusa a su administración de narcogobierno. Enseña su garrote y desliza que tiene una lista de 40 narcopolíticos que, en su momento, hará pública. La presidenta Sheinbaum debe deslindarse de estas acusaciones y reiterar que su administración no es un narcogobierno. La República lo exige y lo merece.
México debe pegar con guante blanco. No aumentar sus aranceles porque afecta a las economías y vulnera los principios del T-MEC. Nuestros problemas son mayores que un incremento de aranceles: la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, las drogas y su consumo, las armas, la migración desordenada, el daño a la ecología y la pobreza de amplias regiones, como la frontera sur. Son los desafíos que debemos afrontar en forma conjunta y coordinada para buscar soluciones y encuentros, no problemas y desencuentros políticos.
En este contexto, se debe conminar a Trump a integrar de inmediato una Mesa de Alto Nivel (MAN) para afrontar, en serio y con respeto, nuestros problemas comunes. México debe estar dispuesto a responder hasta las últimas consecuencias, reiterando su amistad con el pueblo norteamericano y su voluntad política de trabajar coordinadamente con su gobierno. Soberanías mutuas para solucionar problemas comunes.
Cuidado con el síndrome de Chamberlain. Por miedo, Moctezuma agradó en extremo a Cortés y perdió su imperio. A Trump, al igual que al conquistador, no lo van a convencer con charales, quiere peces grandes.
Se podría jugar con una nueva estrategia. Sacudirse el miedo y mostrar también algunas dosis de irracionalidad política-cultural, sin exabruptos, pero que transmita voluntad, carácter y determinación nacionalista, sin recurrir a estrategias políticas del pasado y a lugares comunes. Enseñar los dientes y el músculo para el combate.
México es más grande que sus problemas. No está en riesgo nuestra soberanía. Está en riesgo el prestigio de la actual administración. Presidenta Sheinbaum: defienda la honra de su gobierno y no permita la infamia de su desgracia moral y política.