El papa Francisco fue más allá de la iglesia católica porque, a partir de su humanismo y coherencia, llegó a ser un interlocutor entre los creyentes en su Dios, también lo fue ante líderes políticos y actores sociales de gran relevancia.
Personalidades bajo perfiles tan complejos como los de Donald Trump, Vladímir Putin o Fidel Castro aplaudieron su legado. Se reunió con líderes religiosos de todos los credos, como con Ahmed el-Tayeb, uno de los islámicos más influyentes; buscó mediar en conflictos como el de Cuba con Estados Unidos, o el de las guerras entre Israel y Oriente Medio, pero también en Europa del Este, entre Rusia y Ucrania.
Sus frases y acciones desempolvaron la rancia institución en la que está asentada la milenaria iglesia católica, cuya sede en el Vaticano ha callado abusos como los de la pederastia o el respeto a la diversidad sexual. Aunque no por ello dejó de recibir represalias desde dentro, y así seguir ocultando los delitos de cientos de clérigos.
El papa Francisco decidió asumir los ideales de San Francisco de Asís, quien fue canonizado el 16 de julio de 1228 por el papa Gregorio IX. Hijo de un importante mercader, Francisco de Asís decidió abandonar el materialismo para emprender los caminos de la austeridad.
Además, San Francisco predicaba a la naturaleza y a los animales como parte de la grandeza de Dios. Inmortalizó su ideología bajo el famoso poema “El Cántico de las criaturas”, donde asume aspectos centrales de la naturaleza llamándolos “hermano sol”, “hermana luna y las estrellas”, “hermano viento”, “hermana agua”, “hermana la madre tierra”, etcétera.
Según el medio de difusión católico Desde la fe, “la orden franciscana es la más numerosa del mundo y en México, y fue determinante para la evangelización y la defensa de los indígenas ante el abuso de los conquistadores”.
De esta forma, el papa Francisco marcará un antes y un después en la historia de la milenaria iglesia católica, no sólo porque fue en más de 1,200 años el primer hombre fuera de Europa en convertirse en papa, sino también porque fue el primer sumo pontífice de Sudamérica y el primer miembro de los jesuitas en presidir como obispo de Roma.
El 27 de septiembre de 1540, bajo la aprobación del papa Paulo III, surgiría de manera oficial la Compañía de Jesús, creada principalmente por Ignacio de Loyola y comúnmente conocida como “jesuitas”.
En la actualidad, los jesuitas tienen 950 centros educativos: 231 universidades, 462 escuelas de secundaria, 187 escuelas de primaria y 70 centros de educación técnica de distintos niveles en 69 países dentro de los 5 continentes. Por lo tanto, es considerada la mayor orden religiosa de la iglesia católica. Dentro de su misión profesan “la solidaridad con los pobres y excluidos, en diálogo con las culturas y las religiones. Mediante nuestros votos de pobreza, castidad y obediencia”.
El papa Francisco, bajo este esquema ideológico y como primer pontífice jesuita, logró llegar más lejos que sus antecesores. Rechazó cualquier extravagancia, y ante ello se mudó a un hogar más sencillo, se trasladaba en un auto austero, caminaba con zapatos comunes, dejó las joyas que lucían otros papas, y siempre prefirió visitar y estar en barrios pobres.
Ordenó, previo a su muerte, no ser enterrado en la Basílica de San Pedro, sino en Santa María la Mayor. No habrá catafalco ni plataforma dorada para el ataúd, como tampoco ceremonia para cerrarlo, porque dijo querer despedirse “como cualquier cristiano normal”.
Para entender los cambios que propuso el papa Francisco, es fundamental entender las encíclicas publicadas por él. Fueron cuatro, y estas encíclicas son cartas solemnes que se dirigen a los obispos, fieles y, en algunos casos, a la humanidad.
La primera encíclica, “Lumen fidei” (La luz de la fe), fue publicada en 2013; profundiza el valor de la fe cristiana como luz que guía la existencia humana, en contraposición con el relativismo moderno. La segunda es considerada como la más influyente, “Laudato si” (Alabado seas); en ella aborda la crisis ambiental desde una perspectiva ética, espiritual y social. La tercera fue “Fratelli tutti” (Hermanos todos), dedicada a la fraternidad y la amistad social, un llamado a superar el individualismo, el racismo, las guerras y las desigualdades; finalmente, publicó “Dilexit nos” (Nos amó), la cual se centra en el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo. En un contexto de guerras y desequilibrios sociales, el papa invita a la reconciliación y la paz.
Además, inmortalizó varias frases que quedarán enmarcadas en el ideario de la sociedad mundial; van unas de ellas para conocer el talante del aún último papa de Roma: “los pobres no son números a los que se pueda recurrir para alardear con obras y proyectos. Los pobres son personas a las que hay que ir a encontrar”. “Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”. “Ser homosexual no es un delito”. “La pura apariencia, el disimulo y el engaño dañan y pervierten el corazón”.