Estamos a un mes para que desaparezca en España la visa dorada. Lo anunció a finales de año el presidente Pedro Sánchez dando de baja a la posibilidad de obtener la nacionalidad española a los extranjeros que compraran una vivienda de más de 500 mil euros o que invirtieran desde un millón de euros en acciones en empresas españolas.
Justamente una de las razones fueron las distorsiones de precios que han generado estos inmigrantes en el mercado inmobiliario. México, China y Venezuela ocupan el top 10 de los países con más visas doradas españolas.
Hasta ahora han sido 114 empresarios y políticos mexicanos (como Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto) quienes obtuvieron su nacionalidad en la Madre Patria a fuerza de billete.
España no es el único país que está eliminando esta puerta VIP de residencia. Media decena de países en la Unión Europea ofrecieron estos dorados visados a partir de 2012, durante el apogeo de la crisis de la deuda europea, como una medida para aliviar los enormes déficits presupuestarios. Los países que necesitaban rescates internacionales (España, Irlanda, Portugal y Grecia, por ejemplo) encontraron en este pase una manera de conseguir dinero fresco para pagarles a sus acreedores, para atraer inversionistas y reactivar los golpeados mercados inmobiliarios.
Para 2022, la Comisión Europea instó a sus países miembros a poner fin a todos los programas similares, citando riesgos de seguridad en el contexto de la invasión rusa de Ucrania. Ese año el gobierno del Reino Unido puso fin a un plan que permitía a extranjeros ricos establecerse en el país si traían activos consigo. Al año siguiente, Irlanda eliminó su “golden visa”, mientras que Portugal dejó de ofrecer la residencia a cambio de la compra de propiedades.
Grecia prefirió elevar el umbral de inversión extranjera a cambio de nacionalidad de 500 a 800 mil euros.
Una de las grandes razones detrás de la eliminación de estas visas fue la distorsión de precios en bienes raíces que generó: si el techo eran inversiones inmobiliarias de 6 ceros, la gentrificación cobró muchísimas víctimas locales en cada caso.
Pero hay un tema extra en este fenómeno que se va apagando en el Viejo Continente pero que Donald Trump impone en su nuevo gobierno: los principales clientes de estas visas son chinos.
Sí, el país que obsesiona al presidente estadounidense, la diana de sus obsesiones comerciales es no solo el mayor proveedor de insumos y productos del mundo sino también la nacionalidad que más ha aprovechado el exceso de capital para ganar ciudadanía.
En España, los inversionistas chinos representan casi la mitad de los solicitantes de visado, seguidos de los rusos. De las 3 mil 60 visas doradas concedidas entre 2018 y 2022, 1302 fueron a ciudadanos chinos. En ese mismo período, 3 mil personas llegaron a Reino Unido trayendo consigo al menos 3 mil millones de dólares.
La mitad de los solicitantes de visa por inversión procedían también de China y Rusia. En el caso de Grecia, 7 de cada 10 visados dorados terminaron en manos de ciudadanos chinos. En Chipre, otro país con esta ventaja de ciudadanía de alto costo, solo en los dos últimos años se entregaron 500 visas a China, una cifra que iguala a todas las demás nacionalidades juntas.
En Australia también hubo un ajuste al alza en los costos para las visas doradas exigiendo inversiones de 3.3 mdd para lograr la ciudadanía: cayeron todos los pedidos internacionales exentos los de China que duplicó el número de pedidos.
En su anuncio de las ‘visas doradas a 5 millones de dólares’ algunos reporteros le preguntaron precisamente si además del dinero se tomaría en cuenta la nacionalidad, específicamente si habría restricciones para chinos a lo que el presidente respondió en perfectqo cantinfleo estadounidense que “probablemente no se restringirá mucho en términos de países, pero tal vez en términos de individuos”.