Al planear un viaje para acampar, Matthew Berman recordó haber escuchado que poner la tienda de campaña en el techo del vehículo en lugar de hacerlo en el suelo era una buena manera de evitar encuentros con animales. Era el tipo de afirmación que Berman solía evaluar consultando el motor de búsquedas de Google. Ahora recurre a un chatbot llamado Perplexity.
Le gusta Perplexity, que se promociona como un “motor de respuestas impulsado por inteligencia artificial”, porque ofrece respuestas concisas a sus preguntas en lugar de una lista de enlaces (aunque las respuestas vienen con citas que vinculan a fuentes relevantes). “En realidad, se trata de una cuestión de tiempo”, afirma Berman, quien fundó una startup tecnológica llamada Sonar para ayudar a las empresas a gestionar sus mensajes de texto y ahora se dedica a hacer videos y escribe un boletín sobre IA.
Él calcula que los buscadores con IA le han permitido reducir sus búsquedas en Google en más de un 90 por ciento. “Puedes destinar mucho tiempo a una búsqueda en Google, dando clic a enlaces, y es frustrante no obtener lo que quieres de inmediato”, apunta. “Mientras que el porcentaje de veces en el que consigues exactamente lo que quieres la primera vez con Perplexity o ChatGPT es muy, muy alto”. Cuando llegó el momento de acampar, Berman decidió que la idea de la tienda de campaña sobre el coche no valía la pena, aunque ofreciera cierta seguridad adicional frente a los depredadores.
La cantidad de personas que recurren a los chatbots de IA en vez de usar los buscadores tradicionales cuando buscan consejos u otra información sigue siendo bastante pequeña. Perplexity dijo en marzo que tenía 15 millones de usuarios, mientras que Google los cuenta por miles de millones. Pero los usuarios pioneros suelen anticipar qué hábitos tecnológicos se convertirán en algo habitual y pueden moldear esa conducta al servir de ejemplo a otros consumidores y ayudar a determinar cómo las empresas diseñan sus productos. Eso explica por qué la IA está cobrando más relevancia en los productos de los dos mayores operadores de motores de búsqueda, Google y Microsoft.
Hay mucho en juego. Buscar información en Google es una de las cosas más comunes que la gente hace en Internet y muchos sitios web y negocios están diseñados para responder a esa conducta. Aunque algunos chatbots tienen anuncios y OpenAI está considerando agregarlos a ChatGPT en el futuro, no está claro qué papel jugaría la publicidad en un Internet de la era de la inteligencia artificial.
Una posibilidad es que una gran proporción de personas comience a pagar para buscar en la web. Cientos de miles de personas se suscriben para usar el chatbot Perplexity Pro. Y OpenAI ofrece una suscripción a ChatGPT Plus, que también incluye funciones de búsqueda. Ambas empresas cobran 20 dólares al mes por su servicio.
Una pregunta importante es cómo se está adaptando Google. La compañía está integrando sus propias respuestas de IA en la búsqueda con una función denominada AI Overviews (en la parte superior de la página de resultados aparece un resumen condensado de la información consultada de varias fuentes).
Google dice que los usuarios han estado más satisfechos con los resultados que incluyen estos resúmenes u Overviews que con los que no los incluyen. El director ejecutivo de Google, Sundar Pichai, dijo en octubre que AI Overviews ya llega a mil millones de usuarios por mes y la función pronto estará disponible en más de cien países.
Aun así, Google se encuentra en una situación complicada. Mientras que las startups comienzan desde cero, la compañía tiene que considerar cómo la adición de funciones de IA podría afectar a sus lucrativas operaciones de búsqueda. También lidia con este reto justo cuando los fiscales estadounidenses están pidiendo nuevas restricciones sobre la forma en que Google utiliza la IA, una amenaza que, según la empresa, podría frenar su inversión en la tecnología.
Para las personas que abandonan los buscadores en favor de los chatbots, el atractivo a veces reside más en la experiencia que en las respuestas. Por ejemplo, a Rebecca Shomair, directora de comunicaciones de Outshift (la incubadora de IA de Cisco Systems Inc.), le gusta usar el modo de voz de OpenAI, que permite a los usuarios conversar con ChatGPT. Cuando utilizó la herramienta para preguntar sobre el dolor de espalda de su hermana, una voz tranquilizadora con acento británico le dio algunas causas potenciales antes de sugerirle que buscara la opinión de un médico humano. “Fue muy empático, respondió y formuló preguntas para ahondar más que un motor de búsqueda tradicional no haría”, dice.
Sin embargo, cuando Shomair intentó pedirle a ChatGPT recomendaciones de senderismo en Palo Alto, California, la aplicación generó un mapa que obviamente era incorrecto, el tipo de situación que podría haber causado un problema grave si ella no hubiera detectado el error antes de salir. Quienes usan la IA como motor de búsqueda son conscientes de que los chatbots tienden a producir respuestas incorrectas, un fenómeno conocido como alucinación, y dicen que verifican resultados importantes con Google u otras fuentes. “La trato como una respuesta que daría un pasante o becario y luego la analizo”, explica John Bailey, investigador no residente en el American Enterprise Institute, un centro de estudios con sede en Washington.
Los cibernautas también puede encontrar información errónea en Google, pero muchos estamos más acostumbrados a evaluar la credibilidad de un sitio web que de un chatbot que suena seguro. Aunque Perplexity y OpenAI abordan este problema presentando los enlaces a sus fuentes, no es una práctica uniforme entre las aplicaciones de IA. Y no hay una solución clara para el problema más amplio de las alucinaciones de los chatbots. Los usuarios pioneros pueden ser lo suficientemente pacientes como para utilizar un servicio que ocasionalmente arroja una respuesta incorrecta, incluso si están pagando por ello. Pero tal vez los internautas menos aventureros no sean tan pacientes, y el precio de Google es difícil de superar.
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