La frase es del filósofo Heráclito (n. 535 a.C.) de Éfesos (hoy Turquía). Y termina explicando: “porque no es el mismo río y él no es el mismo hombre”.
El río avanza indefinidamente. Según su fuerza, modifica el terreno. Y según su continuidad, nutre otros ecosistemas. Su fluido primario es el origen de mucha vida, pero ese mismo fluido puede causar la pérdida de muchas cosas: objetos, vidas, esperanzas.
El individuo evoluciona perpetuamente. Sus micro y macro vivencias lo marcan. Sus contactos con la realidad lo moldean. Su reacción al entorno lo forja. Y su perpetua necesidad de ajustar, lo define.
Veamos el río como un mercado y el individuo como una entidad productiva, ¿qué hacer cuando sentimos que la fuerza del agua cambia la estabilidad de nuestra operación productiva? Aquí 3 puntos para la reflexión directiva:
a) Sácale 120% a lo que sí tengas disponible.- Es un hábito organizacional plausible. Los recursos de la organización no sólo deben estar en óptimos de aprovechamiento, sino en el más astuto e inteligente uso posible para producir valor frente al cliente.
No sobra revisar que ningún elemento productivo sea subutilizado, pero tiende a ser más beneficioso multiplicar la forma en que una organización apoya sus procesos productivos en aquello que sí tiene a la mano.
b) Digiere rápido la falta de cualquier recurso crítico.- Cuando la proveeduría se complica o el recurso humano se va, los mecanismos de defensa corporativos o el miedo invitan a poner el acento en lo que se está perdiendo o en rumear lo que ya se perdió (por lo menos por un periodo de tiempo).
Si la corriente externa golpea la operación, lejos de poner exceso de energía en aquello que ya no se tiene en suficiencia, conviene direccionar el esfuerzo colectivo a resolver opciones o alternativas que permitan transitar los retos procurando no destruir valor relevante en el camino.
c) Asimila la nueva realidad por aproximaciones sucesivas.- El tiempo no se detiene y las cosas no permanecen estables por periodos prolongados. Mas sin embargo, el anhelo a que las cosas fueran como idealmente te gustarían tiende a frenar la digestión pragmática del estado actual de las cosas.
En las más de las organizaciones que he conocido, las transformaciones se asimilan con ‘baby steps´ pero rapiditos, continuados en el tiempo y, con tal persistencia, que permiten adoptar un ritmo operativo de conjunto. Al final de todo ajuste, incluso de los bruscos, hay un nuevo camino que descubrir.
Empresarios y directivos sabemos que operamos en mercados estructuralmente inciertos y con el interminable reto de construir o mantener ingresos razonablemente predecibles, pero cuando se sacuden variables fundamentales en nuestros respectivos teatros de operación, la incomodidad emerge en grados distintos y la presión cruzada –de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera– impone retos adicionales de concentración serena y toma de decisiones oportunas.
Nos recuerdan los especialistas en fluidos que el agua adopta la forma del lugar donde la naturaleza o el humano la pone. Que tiende al movimiento –suave y brusco dependiendo el momento– y que ejerce presión en las paredes que la contienen o las fuerzas que la pretenden desplazar. Así los mercados de hoy. Así las compañías que los navegan.
De ahí que convenga parafrasear a Heráclito y, ante los retos que este año nos obliga a superar, recordarnos: ninguna empresa pisa dos veces el mismo mercado. Porque no es el mismo mercado y ya no es la misma empresa. ¡Mucho éxito!