En las últimas semanas, el mundo ha sido testigo de avances significativos en el campo de la inteligencia artificial (IA), consolidando su papel como uno de los pilares fundamentales de la transformación tecnológica y económica del siglo XXI.
Desde el lanzamiento de modelos de lenguaje más avanzados hasta aplicaciones prácticas en sectores como la salud, la manufactura y el comercio, la IA está redefiniendo industrias enteras y generando una competencia global sin precedentes.
En Estados Unidos, compañías tales como OpenAI, Google y Microsoft seguirán siendo precursoras en la innovación a través de herramientas como GPT-4, Bard y Copilot, que están transformando tanto la productividad como la creatividad.
En el continente asiático, China, ha acelerado sus esfuerzos para convertirse en una superpotencia en IA, con cantidades enormes en investigación y desarrollo, así como una clara estrategia gubernamental para dominar dicha tecnología y ahora tenemos Deep Seek o Qwen 2.5-Max como competidores eficientes y económicos.
Europa, en su parte, ha reaccionado estableciendo regulaciones muy importantes, como la Ley de IA en la UE, tratando de equilibrar la innovación con la ética y la privacidad.
Ante este panorama, México no puede quedarse al margen. El país tiene una oportunidad única para posicionarse como un actor relevante en el desarrollo de IA, aprovechando su capital humano altamente capacitado y su creciente ecosistema tecnológico.
Sin embargo, para lograrlo, es necesario un esfuerzo coordinado entre el sector público, el privado y la academia.
El capital humano: la ventaja competitiva de México
México tiene un capital humano joven y dinámico en áreas como ingeniería, matemáticas y ciencias de la computación. Universidades como el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Tecnológico de Monterrey han estado formando generaciones de profesionales que están laborando en empresas importantes a nivel internacional.
Asimismo, el país observa un crecimiento muy importante en su comunidad de emprendedores en el ámbito tecnológico, ya que las startups están empezando a explorar aplicaciones de la IA.
No obstante, ese potencial no está siendo aprovechado debidamente. Muchos de esos talentos están emigrando a otros países en búsqueda de mejores oportunidades, lo cual supone una fuga de cerebros que México no puede permitir.
Considerando que la mejor forma de retener y atraer a estos profesionales es creando un ecosistema que favorezca la investigación, el desarrollo y la implementación de soluciones en IA en el país.
La necesidad de una Estrategia Nacional de IA
México requiere de forma inminente una estrategia nacional clara y ambiciosa relativa a la inteligencia artificial. Esta estrategia debe incluir la investigación y el desarrollo, incentivos fiscales para las empresas que inviertan en IA, y el desarrollo y la implementación de centros de excelencia que conecten la academia y la industria.
Además de todo lo anterior, también será importante establecer un marco regulatorio que propicie la innovación pero que protegiendo al mismo tiempo a los derechos de los ciudadanos.
Un modelo a seguir son algunos países como el de Canadá, que ha sido capaz de colocarse como un líder de la IA gracias a una combinación de políticas públicas de largo aliento y de una fuerte cooperación entre el gobierno, las universidades y el sector privado.
México tiene el potencial para replicar ese éxito, pero eso sí, requerirá de un fuerte compromiso y a largo plazo.
Aplicaciones prácticas para el Desarrollo Nacional
El desarrollo de inteligencia artificial en México no solo se inscribe en una cuestión de competitividad mundial, sino que es también una cuestión de desarrollo nacional.
La inteligencia artificial puede constituir una herramienta de primer orden para abordar desafíos críticos de diversa índole que se presentan en varias áreas, en la salud, la educación, la agricultura o la seguridad.
Por ejemplo, la IA podría ayudar a mejorar la distribución de los recursos médicos en zonas rurales, apoyar la personalización y el mejoramiento de la calidad de la educación, mejorar la productividad de la agricultura mediante el análisis que puede ofrecer la inteligencia artificial.
Por otra parte, la inclusión de la inteligencia artificial en los procesos de producción de la industria manufacturera o de servicios podría ayudar a incrementar tanto la competitividad como productividad de México en el escenario internacional.
No obstante, para que ello ocurra, es preciso que las empresas mexicana, especialmente las que corresponden a la llamada PyME, cuenten con acceso a las herramientas y conocimientos necesarios para integrar correctamente la inteligencia artificial en sus planes de acción.
El momento de actuar es ahora
El mundo avanza a un ritmo acelerado en el desarrollo de inteligencia artificial y México tiene todo para ser parte de la revolución.
Con un capital humano de primer nivel, una sólida base industrial y un ecosistema emprendedor en crecimiento, el país se pone en una buena posición para ser un referente de la región en inteligencia artificial.
Sin embargo, el tiempo es un factor fundamental, ya que si México no actúa pronto, corre el riesgo de quedar rezagado en una competición que definirá el futuro de la economía a nivel mundial.
Es el momento de que el gobierno, la industria y la academia colaboren juntos para construir un futuro en el que la inteligencia artificial pase a ser una herramienta de progreso, pero también un motor de desarrollo nacional.
La cuestión no es si México puede, sino si el país está decidido a tomar las decisiones para conseguirlo. De ello dependerá el país y su competitividad a nivel global.