Las enfermedades cardiovasculares siguen cobrando miles de vidas en México. Recientemente, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer las estadísticas preliminares de defunciones registradas de enero a junio de 2024. En ellas, sobresalen las muertes en México por enfermedades del corazón, que continúan siendo una de las principales causas de fallecimiento en el país. Sin embargo, más allá de los factores de riesgo ampliamente conocidos, como la hipertensión, la diabetes y el tabaquismo, existe un enemigo invisible que ha pasado desapercibido por demasiado tiempo: el plomo.
Este metal altamente tóxico, presente en objetos de uso cotidiano como pinturas, baterías, tuberías, juguetes, cosméticos e incluso utensilios de barro, no cumple ninguna función en el cuerpo humano y su acumulación puede provocar daños irreversibles. Su impacto en la salud va mucho más allá de lo que imaginamos: múltiples estudios han demostrado que la exposición crónica al plomo está estrechamente ligada al desarrollo de hipertensión, aterosclerosis y accidentes cerebrovasculares. La razón es alarmante: una vez dentro del organismo, este metal desencadena un estrés oxidativo que daña los vasos sanguíneos, eleva la presión arterial y aumenta el riesgo de trombosis.
El problema no es menor. En México, se estima que uno de cada cinco niños de entre 1 y 4 años que viven en comunidades con menos de 100,000 habitantes presenta niveles elevados de plomo en la sangre. Esto no solo afecta su desarrollo neurológico, sino que también los hace más propensos a padecer enfermedades cardiovasculares en la adultez. Es un problema de salud pública que exige atención inmediata.
Ante esta crisis silenciosa, organizaciones como Pure Earth México trabajamos incansablemente para identificar y eliminar las fuentes de contaminación por plomo, generar conciencia sobre sus peligros y promover políticas públicas que reduzcan su presencia en el entorno. Sin embargo, la lucha contra este enemigo invisible no puede recaer únicamente en unos pocos. Se requiere la acción conjunta de gobiernos, comunidades y ciudadanos para erradicar el plomo de nuestra vida diaria y reducir su impacto en la salud.
Las cifras son claras y el mensaje es contundente: ignorar este problema es permitir que el plomo siga cobrando vidas. La prevención debe convertirse en una prioridad nacional. Si queremos un México más saludable, debemos actuar ahora. ¡Acércate a nosotros y únete a la causa!