Los aranceles que ya anunció Donald Trump así como los que todavía vendrán y serán datos a conocer el 2 de abril, volvieron a encender las alarmas sobre el futuro del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).
Este cuadro nos lleva a una pregunta: ¿tiene futuro el acuerdo comercial más importante para Norteamérica?
La imposición de aranceles y la amenaza de seguirlo haciendo, introducen una incertidumbre dañina para los tres países firmantes, aunque no lo quiera ver así Trump.
Desde que se firmó el TMEC en 2020, hubo una estabilidad relativa en las relaciones comerciales de Norteamérica -más allá de ciertos litigios- lo que se ha convertido en un crecimiento notable del comercio trilateral , especialmente favorable para industrias como la automotriz, tecnológica y agroindustrial.
Pero, ¿qué incentivos hay realmente para tratar de hacer zozobrar el Tratado?
Desde Estados Unidos, especialmente entre el grupo más cercano a Trump, existe la percepción de que el TMEC no está haciendo lo suficiente para proteger empleos estadounidenses . Este argumento, aunque económico en apariencia, es profundamente político: modificar las reglas para exhibir fortaleza ante electoral en estados clave del cinturón industrial puede generar dividendos electorales inmediatos.
Por otro lado, México y Canadá enfrentan sus propios dilemas internos y externos. México, en particular, ha construido gran parte de su crecimiento económico reciente sobre la plataforma exportadora que el TMEC le brinda, especialmente en sectores estratégicos como el automotriz y manufacturero. Un cambio drástico o el colapso del acuerdo traería pérdidas económicas devastadoras y la ruptura de cadenas de suministro altamente integradas.
En el caso de Canadá, aunque menos expuesto que México a las amenazas de Trump, cualquier revisión del acuerdo implicaría negociar nuevamente desde una posición defensiva para proteger industrias sensibles, como lácteos, maderas y aluminio.
Sin embargo, la posibilidad de un cambio profundo al TMEC o incluso su eliminación tiene también poderosos contrapesos en la propia Unión Americana.
En Estados Unidos, pese a los reclamos retóricos, existen fuertes incentivos económicos para mantener el Tratado . Empresas estadounidenses, desde gigantes automotrices productores hasta agrícolas, dependen profundamente de la integración económica con México y Canadá. Cualquier imposición unilateral de aranceles generaría aumentos inmediatos de costos, pérdida de competitividad y represalias comerciales dañinas.
Además, la guerra comercial con China sigue viva y activa en distintos frentes, y abrir otro conflicto comercial en Norteamérica complicaría aún más el ya enredado panorama económico global para Washington.
En este sentido, el TMEC se convierte en una herramienta estratégica que fortalece a la región en un contexto de competencia internacional feroz.
Así, surge un nuevo escenario de incentivos: el de revisar anticipadamente el Tratado . Aunque originalmente programado para evaluarse hasta 2026, los países firmantes podrían verse obligados a anticipar negociaciones para ajustar cláusulas controversiales o sensibles. Una revisión anticipada podría generar certidumbre más pronto , restando espacio a la incertidumbre política provocada por las amenazas de aranceles, y permitiría consolidar al TMEC como un acuerdo más robusto y adaptado a la realidad económica actual.
México, por su parte, podría aprovechar este momento para posicionarse estratégicamente: aceptar una revisión temprana podría convertirse en una oportunidad para defender la certeza de largo plazo , reactivar el proceso de nearshoring y fortalecer mecanismos de resolución de controversias que protejan sus intereses comerciales ante futuras amenazas políticas en Estados Unidos.
En conclusión, aunque la sombra de Trump y su estilo proteccionista aún ronda el TMEC, los incentivos económicos, comerciales y estratégicos para mantener el Tratado parecen ser significativamente mayores que los incentivos políticos para destruirlo.
Sin embargo, para que esto suceda, será necesario que los países miembros consideren seriamente adelantar la revisión del acuerdo y garantizar su permanencia.
En Estados Unidos, los mejores aliados para México y Canadá serán las propias empresas .
Habrá que trabajar de la mano con ellas para conseguir que ejerzan suficiente presión sobre Trump para impedir que haga zozobrar uno de los acuerdos económicos más exitosos de la historia.