Seguramente, la mayoría de los integrantes del gobierno federal quisiera que el resultado económico del 2025 fuera muy bueno, o al menos, bueno a secas.
Lo lamento. Todos los indicadores señalan que va a ser malo a secas, y algunos opinan que muy malo.
Aunque algunos señalan que este resultado derivará sobre todo de factores internos, la realidad es que dependerá sobre todo de lo que haga el gobierno de Donald Trump en EU.
Ayer, la Reserva Federal de EU tomó la decisión de mantener sin cambio sus tasas de interés. Lo que se esperaba.
Pero lo más relevante es que Jerome Powell, el jefe de la Reseva Federal, señaló que espera en el futuro más inflación y menor crecimiento como producto de los aranceles.
Powell, como personaje de enorme influencia en EU, encendió nuevamente las alarmas al señalar que existen riesgos significativos de menor crecimiento económico acompañado por presiones inflacionarias más altas.
Durante una conferencia de prensa ampliamente seguida por inversionistas, tras la decisión de la Fed, Powell advirtió sobre un escenario complicado, atribuido principalmente a políticas comerciales recientes que han afectado negativamente en la certidumbre económica.
La Reserva Federal decidió mantener las tasas de interés en el rango actual de entre 4.25 por ciento y 4.50 por ciento.
Sin embargo, revisó a la baja sus expectativas de crecimiento económico para 2025, disminuyéndolas del 2.1 por ciento previamente proyectado, a un 1.7 por ciento.
Además, anticipa que la inflación podría cerrar el año en torno al 2.7 por ciento, por encima del objetivo anterior del 2.5 por ciento.
El énfasis de Powell en que la incertidumbre económica está “inusualmente elevada” fue interpretado como una advertencia directa sobre el impacto que podrían tener las medidas proteccionistas del gobierno estadounidense, especialmente los recientes incrementos arancelarios implementados por la administración Trump, los cuales podrían seguir presionando al alza la inflación.
Para México, estas declaraciones desde Washington no son sólo una noticia distante, sino una alerta que debe tomarse con seriedad.
La economía mexicana, estrechamente integrada con la estadounidense, siente rápidamente las ondas expansivas provocadas por cualquier turbulencia en el norte.
Primero, un menor crecimiento en Estados Unidos implica directamente menos demanda de productos mexicanos.
México envía más del 80 por ciento de sus exportaciones al país vecino del norte; cualquier desaceleración en la actividad industrial estadounidense se traduce casi automáticamente en menos pedidos para fábricas mexicanas, lo que podría significar menores ingresos para empresas y familias vinculadas al sector manufacturero.
En segundo lugar, si Estados Unidos enfrenta una inflación más elevada, la Reserva Federal podría verse forzada a mantener altas las tasas de interés por más tiempo, o al menos retrasar recortes previstos.
Esto genera presión sobre el Banco de México para mantener elevadas también sus tasas, buscando evitar salidas masivas de capital.
Tasas altas prolongadas implican créditos más caros para consumidores y empresas mexicanas, restringiendo el consumo y limitando las inversiones productivas.
Además, el tipo de cambio podría enfrentar más volatilidad. Aunque hasta ahora el peso mexicano ha mostrado una notable fortaleza, la incertidumbre económica global puede desencadenar episodios de depreciación.
Una caída abrupta del peso, además de encarecer importaciones clave como alimentos o energéticos, podría volver a presionar la inflación.
Este panorama complejo resalta la vulnerabilidad de nuestro país ante cambios abruptos en el entorno económico estadounidense.
La administración mexicana tendrá que monitorear cuidadosamente estos desarrollos, preparándose para amortiguar posibles golpes, con políticas fiscales prudentes y medidas de estímulo económico.
En resumen, el mensaje de Powell sobre un crecimiento más débil, acompañado de una inflación más alta en Estados Unidos, es una advertencia que México no puede permitirse ignorar.
La economía mexicana está tan vinculada al desempeño estadounidense que cualquier signo de debilidad económica en EU genera ondas de preocupación al sur de la frontera.
Ante esto, México deberá mantener una posición flexible y proactiva, anticipándose a desafíos potenciales con una mezcla inteligente de políticas monetarias y fiscales.
¿Podremos hacerlo?