Las turbulencias bancarias del 2023 originadas por Silicon Valley Bank y otras entidades estadounidenses han dejado muchas lecciones, entre ellas que bancos que no son sistémicos en vida, pueden serlo en caso de quiebra. Por esta razón las autoridades bancarias deben continuar e intensificar sus esfuerzos para mejorar sus marcos de gestión de crisis y resolución bancarias. Muchos países en Latinoamérica han dado pasos importantes en esta dirección, como señala el FSB en sus informes de implementación de las reformas globales. Aquí, por ejemplo, se muestra que Argentina, Brasil y México han dado pasos para desarrollar procesos de planificación de recuperación y resolución. Además, en México también se ha instaurado un marco regulatorio para los requerimientos de absorción de pérdidas (TLAC). Aunque como señala el mismo FSB, hay otras áreas en las que aún resta trabajo por hacer, como es el caso del desarrollo de ciertas herramientas de resolución como el bail-in. Con este escenario, Europa, que este año cumple el décimo aniversario desde que instaurase un marco de gestión de crisis bancaria, puede servir de referencia, y tanto sus éxitos como sus retos pendientes pueden ser de utilidad cuando las autoridades latinoamericanas se enfrenten a desafíos similares.
Se han cumplido 10 años desde la puesta en marcha en Europa de un sistema de supervisión y regulación para que los bancos absorban pérdidas en caso de crisis y evitar que los Estados tengan que acudir a su rescate. Este marco busca garantizar que las entidades dispongan de medidas que les ayuden a recuperarse ante dificultades financieras, y puedan así seguir cumpliendo con sus principales funciones críticas si finalmente resultan ser inviables. El objetivo general es preservar la estabilidad financiera y minimizar los costes que soportan los contribuyentes.
Sin duda, se ha avanzado mucho en esta década: los bancos europeos aumentaron significativamente su resiliencia y han diseñado y testeado sus planes de recuperación y de resolución. Además, Europa ha ganado experiencia práctica con la aplicación real en casos como los de Banco Popular y Sberbank. En este contexto, y considerando los retos comunes a los que se enfrentan Europa y Latinoamérica, creemos que es un buen momento para reflexionar sobre sus logros, pero principalmente sobre lo que aún resta por conseguir.
Actualmente, en Europa se está negociando una nueva revisión que incluye un amplio conjunto de medidas destinadas, en particular, a mejorar el proceso de resolución de los bancos pequeños y medianos. Esto se debe a que, en varias ocasiones, las crisis en este tipo de bancos fueron resueltas usando procedimientos de insolvencia nacionales, en lugar de acudir al marco de resolución europeo.
Aparte de la creación de un seguro de depósitos común, hay otros temas pendientes sobre los que es necesario reflexionar. En primer lugar, se necesita un régimen de insolvencia único y armonizado para bancos de la UE que haga que las liquidaciones a nivel nacional sean rápidas, eficientes y comparables entre distintos estados miembros. En segundo lugar, es necesario contar con un mecanismo de liquidez con la capacidad de inyectar suficiente liquidez al sistema bancario como para poder afrontar una situación de crisis de una entidad sistémica global, o de varios bancos medianos al mismo tiempo. Prueba de ello fueron las turbulencias financieras del año 2023, que nos han enseñado que una entidad pequeña también puede generar un problema en el sistema bancario.
Las autoridades de Europa y Latinoamérica no deben ser complacientes con los logros alcanzados, y tienen que seguir trabajando para mejorar sus marcos. Por ello, la autoridad de resolución europea ha presentado una nueva visión estratégica para el 2028, iniciando así un giro en sus prioridades para centrarse más en cuestiones relacionadas con la operacionalización de la resolución. Esta nueva estrategia marca un cambio de rumbo claro para seguir mejorando el marco de resolución y ser un referente para los reguladores en Latinoamérica, que al participar en muchos de los Colegios de Resolución Europeos pueden aprender de las enseñanzas (buenas y malas) del Viejo Continente.