El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, debe una ronda a Cuauhtémoc Blanco. En la nefasta competencia de tragedias nacionales, por unos días el segundo le quitó la marca al primero, dándole un respiro que mínimo amerita una ronda de Cascahuín cortesía del emecista.
Si no fuera porque el impresentable sainete de Morena salvando a Blanco de la posibilidad de que fuera tocado con el pétalo de un citatorio, la discusión nacional habría tomado la deriva que pretende la FGR: Teuchitlán y las omisiones del gobierno de Jalisco.
Aristóteles Sandoval, el exgobernador asesinado que espera se le haga justicia, solía contar lo mal que la pasaba en sus interacciones con el entonces procurador Jesús Murillo Karam.
Sandoval, ultimado en Puerto Vallarta en diciembre de 2020, narraba que él tocaba base con la Federación al nombrar mandos policiacos. Y que a pesar de ello el procurador Murillo nunca disimuló la antipatía a los agentes jaliscienses.
Al gobierno de Lemus el fiscal general de la República ya le dio dos coscorrones públicos por el caso de Teuchitlán. Así celebra Lemus sus primeros 100 días al frente del gobierno de Jalisco. ¿Ahora sí entenderá que gobernar no se trata de hacer videos para Instagram?
La tragedia de Teuchitlán, y la falta de justicia y de acompañamiento institucional a los colectivos de buscadoras por parte de autoridades federales y locales, no se debería prestar a la politiquería. Para desgracia de todos, sucede lo contrario.
Lemus luce como el rival más débil en una coyuntura donde a la presidenta Sheinbaum le urge quitar del centro del debate la existencia de campos de exterminio de jóvenes en México.
Claudia Sheinbaum reformuló la estrategia anticrimen. Y a pesar de ello, las imágenes de pertenencias encontradas a principios de marzo por los Guerreros Buscadores en el rancho Izaguirre desinflan la narrativa del gobierno federal: muestran que jóvenes siguen siendo secuestrados por redes criminales que operan en varios estados.
Al escalar la indignación, como se sabe, el fiscal Gertz denunció el miércoles de la semana pasada presuntas omisiones de la Fiscalía del estado de Jalisco, que tenía en su posesión el rancho Izaguirre desde septiembre. Y luego vino el tour del horror…
Este martes Gertz volvió a la carga en contra del fiscal de Pablo Lemus. Hay que decirlo así, fiscal de Lemus, porque en Jalisco llevan al extremo eso de que no sea autónoma la fiscalía al punto de que el gobernador entrante de inmediato nombra al nuevo fiscal.
Ayer Lemus hizo una especie de reaparición formal luego de que la crisis de Teuchitlán le forzara a cancelar actividades. Prometió apoyo a las familias víctimas de desaparición. E insistió en que “no se lava las manos” y “que no habrá carpetazo”.
Fue un buen discurso. Sin embargo, no es seguro que sepa que Gertz Manero lo tiene contra las cuerdas. Lemus cedió no sólo la investigación, lo cual implica claudicar, sino que en todos estos días no ha formulado una narración de lo que pasó y lo que no pasó en Teuchitlán.
Quizá Lemus no sepa ni él mismo qué ocurrió en el rancho Izaguirre. No sería raro: Ahora que tuvo su crisis inaugural quizá tuvo tiempo para recordar todo lo que no hizo en la transición para enterarse de cómo estaba la entidad que llegaría a gobernar. Pura selfie, el amigo.
Para Lemus, Gertz será un duro sinodal. Y ese maratón, dado que al gobernador le gusta eso de las pruebas de fondo, apenas va a comenzar, mas no será como ningún otro de su carrera. Mientras, que le agradezca al Cuau que por unos días le quitó la marca mediática.