¿Quién manda aquí?, es el título del libro del periodista Javier Moreno, dos veces director de El País, que circula desde marzo y en días próximos se presentará en México. El subtítulo del volumen editado por Debate es: “La impotencia ante la espiral de violencia en México y América Latina”.
El periodismo se hace de muchas formas. El diarismo es su manera estelar. Dar una noticia antes y mejor que nadie, su culmen. Existen otras modalidades que no sólo no desmerecen, sino que apelan a audiencias más exigentes, adictas a que les provoquen la reflexión.
Debe ser algo de su formación inicial de químico. O de su curtida afición por artes, como la música y, en particular, la ópera. El caso es que Moreno rebusca en los elementos de la materia del poder en América Latina, cuestionando por qué casi todas las promesas presidenciales acaban en decepción, como si de una fatalidad operística se tratara.
Volviendo a eso de la cocina del periodismo, si en buena medida Javier Moreno traza su relato con confesiones de siete expresidentes de América Latina, en esta ocasión no buscaba soundbites, ni sólo un titular para sacudir al lector al día siguiente. Mucho más que diarismo.
El libro trata de la conversación entre un periodista y un actor/actriz del poder. Juntos abordan la complejidad de un puesto –la presidencia de un país–, del que la misma prensa contribuye a crear una imagen engañosa o fraudulenta: la de un espacio todopoderoso.
Sí, llegan las elecciones y contados los votos, los diarios, la radio y la televisión son parte de la escalinata por la que asciende el nuevo rey, la nueva reina, que sonriente, porta la banda como quien luce una varita mágica.
Puertas adentro, empero, al correr de los días y de los años, la escenografía de la inauguración, para usar un anglicismo, se descarapela sin remedio. La prensa será también parte del coro que grite crucificadlo/a. Es un ciclo asumido por todos: en el mejor de los casos, vendrán –programadas o anticipadas– nuevas elecciones.
En el libro, Javier se libera de ese vaivén, de la estridencia que casi siempre ata al diarismo. Y abre a las y los lectores la posibilidad de ver a actores del poder en un espacio más íntimo, más franco.
La chilena Michelle Bachelet, los brasileños Dilma Rousseff y Fernando Henrique Cardoso, los colombianos César Gaviria y Juan Manuel Santos, y los mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón accedieron a hablar con Javier y logró más que buenas entrevistas.
El periodista hilvana con cada uno de ellos una reflexión a dos voces sobre, en cada caso y para usar un vargallosismo, en qué momento se jodió su respectivo Perú. Cuándo y cómo aprendieron hasta dónde alcanza el poder en democracias inacabadas como las de marras.
En un estilo de crónica que recupera ambientes y estados de ánimo, los pasajes se antojan como de serie televisiva: el autor nos lleva como un camarógrafo hasta el personaje que, derrotado por la empatía del entrevistador, con su desencanto desacraliza el poder.
Y si esa mandataria/mandatario de pronto descubrieron que querían mas no podían, que instruían lo que no se cumplía, que las órdenes habrían de darlas con más tiento so riesgo de convertirse ellos mismos en un chiste, la cuestión obligada es quién, si no ellos, manda.
Una de las respuestas es que mandan, no pocas veces, las fuerzas armadas. O los intereses castrenses. O el status quo que encuentra en la institución de las armas un soporte institucional, sí, pero también un muro de resistencia cuajado de intereses más bien particulares.
¿Y en ese punto cómo se negocia (o no) el poder entre civiles y militares en el siglo XXI latinoamericano? Bueno, pues hay que leer a Javier para entenderlo.