El comportamiento reciente de la economía mexicana preocupa. Pero, no podemos decir que estamos en recesión. Pues, las señales son mixtas. El IGAE del INEGI va en franco descenso desde finales del año pasado hasta el dato más reciente (enero). Las actividades primarias tienen una tendencia descendente que viene al menos desde 2023, y muestran alguna recuperación en el invierno hasta enero, pero no hay que olvidar que el PIB del campo es usualmente contracíclico. Las actividades secundarias se están acercando peligrosamente al mismo nivel que tenían en 2018, al mismo que tenían en el verano de 2022, después de la pandemia de Covid. El nivel y la tendencia en la manufactura nos tienen que preocupar, porque ese es el principal motor del crecimiento mexicano. Asimismo, los servicios muestran una tendencia descendente, aunque menos pronunciada que la manufactura, pero en un nivel más alto que el que tenían en 2022, o en 2018.
La prensa popular en los Estados Unidos siempre dice que una recesión se da cuando hay dos trimestres consecutivos sin crecimiento. Sin embargo, esta definición es muy común entre el público y la prensa. Ganó tracción durante la administración de Lyndon Johnson, porque permitía comunicar muy bien a la prensa el fenómeno de ralentización económica con una sola variable observable, en este caso, el ingreso, evitando a la vez el debate de si la economía estaba en recesión o solamente estaba creciendo más despacio.
Una de las definiciones generalmente aceptadas en ese país es la de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés), cuya definición clásica considera más indicadores, por ejemplo, el empleo y la producción industrial, además del ingreso (PIB).
En el caso mexicano, el mercado laboral da muestras de dinamismo. Claro, la mayoría de los mexicanos trabajamos en el sector de servicios. Nuestra manufactura altamente productiva es relativamente intensiva en capital, entonces, la correlación entre empleos e ingreso en México es bastante imperfecta. Como la mayoría de nuestros empleos ocurren en el sector informal (54.2 por ciento en enero de 2025, de acuerdo al INEGI), y los empleos informales no son muy productivos, entonces de ellos no podemos derivar mucho crecimiento. Quizá, del lado del grueso de la población mexicana, sea un mejor predictor de recesión el índice de confianza del consumidor, que en febrero tuvo una caída de 0.3 por ciento (datos desestacionalizados).
El indicador líder de la BMV para marzo lleva 0.69 por ciento acumulado. Por otro lado, BIVA perdió casi la cuarta parte de su valor entre el 1 y el 24 de marzo, un poco más de mil millones de pesos. Dicho esto, la profundidad y representatividad de ambos mercados como porcentaje de todo el capital en la economía es mínimo. Al igual que el mercado laboral, no son útiles como indicadores adelantados de la economía.
Puede que sea más sugestivo de una recesión el indicador adelantado de compras de los gerentes dedicados a eso en la manufactura que publica el IMEF, indicador cuya autoría debemos a Jonathan Heath, hoy subgobernador en Banco de México. El resultado de febrero de 2025, en la página del IMEF, lleva el encabezado “se perfila contracción”. Aunque el indicador manufacturero de febrero refleja 1 por ciento de expansión y el no manufacturero creció al 0.3 por ciento, IMEF dice que ambos indicadores “sugieren la persistencia del estancamiento económico observado en los últimos meses”.
Me quedo con este último indicador, que refleja que el crecimiento será lento, pero que aún no podemos cantar la recesión; a pesar del pesimismo de la página de IMEF al publicarlo, los pedidos manufactureros están creciendo en una magnitud que, aunque pequeña, está del lado positivo de la escala.
Por supuesto, todo esto dependerá de que Donald Trump no le ponga más incertidumbre al tóxico caldo económico que ha creado su administración. La economía americana da signos de encaminarse hacia una recesión. Allá el mercado de valores sí pesa en términos del PIB. El mercado laboral americano está muy dinámico, pero también la confianza del consumidor está en la lona: de acuerdo a Reuters, está en su punto más bajo en cuatro años. La gente allá le cree a Donald Trump cuando les dice que sus aranceles subirán los precios.
Si Estados Unidos cae en recesión, en seis meses México puede esperar el mismo destino. Creo que lo único que queda, de este lado, es resistir el impacto de un choque que tarde o temprano ocurrirá.