Otro #8M desde esta columna y no doy crédito a las reflexiones que vienen a la mesa de este año: Vox, Trump, Milei y hasta la IA reproduciendo patrones de pensamiento que muchos creímos, se estaban erradicando.
El evento organizado por parlamentarias españolas, de mujeres para mujeres, en donde se niega que exista la violencia por razones de género y, no sólo eso, se acusa al feminismo de odiar a los hombres. Es bien difícil sostener que no existe la violencia por razones de género, sobran exploraciones, repetición de experimentos, resultados y hasta teorías desde diferentes disciplinas académicas.
Existe ese tipo de personas –no sólo varones– que siente un rechazo profundo hacia otros individuos que no actúan de acuerdo con su género. Lo fundamentan en la anatomía –la parte física sin tomar en cuenta ese elemento distintivo de la raza humana que es la consciencia, la capacidad de racionalizar y crear conocimiento, de explorar y de reconocer/recrear tu identidad.
Bajo el argumento de que no te comportas como la sociedad espera, como yo espero, entonces me siento con el derecho de agredirte en mayor o menor intensidad. Eso es la violencia por razones de género y la sociedad la tolera y a veces hasta la justifica, empieza con una broma y pasa por todo el espectro hasta llegar el feminicidio.
Viendo a las nuevas generaciones advierto fastidio. Éste, podría comprenderlo de mi generación y las anteriores, de varones que están aprendiendo a convivir con nuevos liderazgos y principalmente, nuevos paradigmas y metas. Pero me da en cara que también los y las jóvenes.
El lenguaje incluyente, las acciones afirmativas, las sanciones agravadas por razones de género me llevan inevitablemente al desaguisado reciente en México: la (forzada) candidatura 2027 de Salgado Macedonio y la puesta-en-orden de la Presidenta.
El nepotismo no sólo ha sido un problema de antaño en la clase política mexicana, la 4T en manos de Claudia Sheinbaum la lleva al Congreso. Se va a limitar, pero tuvo que negociar el plazo para que, en la siguiente renovación de cargos, algunos pudieran continuar con el proyecto de familia.
Las nuevas generaciones fastidiadas no dimensionan que la puesta-en-orden y la eventual restricción al nepotismo no hubieran sido posibles si no se hubiera insistido tanto en el lenguaje incluyente, la paridad, acciones afirmativas y las sanciones agravadas por razones de género.
¿Cómo trasmitir la experiencia sin fastidiarlas? El reto de los y las feministas consolidadas es innovar. Tal vez habría que dejar atrás los argumentos pasados “no nos dejaban llegar”. Ahora que llegamos, tendríamos que innovar para trazar los siguientes pasos.
Muchas cosas que tendríamos que replantear para pasar la estafeta y mantener el entusiasmo que nos impulsó a generar esos pequeños cambios en el arranque de siglo. Porque detrás de la población de mujeres consistentemente vulneradas, vienen abriendo brecha las poblaciones indígenas, adultas mayores, juventud, afrodescendientes, con una o más discapacidades. Y las de la transversalidad que conllevan varias condiciones de vulneralibidad.