Claudia Sheinbaum ha llegado a la conclusión de que Donald Trump es impredecible, que negociar con él es atenerse a obtener respuestas no convencionales. Con eso en cuenta, la presidenta y México tuvieron esta semana una buena noticia y varias malas.
El resultado de la llamada entre la presidenta Sheinbaum y el ocupante de la Casa Blanca representó, de nuevo, un respiro. Se posponen los aranceles. Y se confirma que ella ha logrado una comunicación donde el lenguaje del estadounidense es deferente.
Ambos informaron de la nueva fecha en que se podrían imponer aranceles. La mera posposición es una muy buena noticia, como también que la comunicación entre ellos funciona desde el respeto.
Hasta ahí las buenas. Porque para nada se ha conjurado la posibilidad de una crisis mayor para la economía mexicana y, mucho menos, se puede decir que, a pesar de las reuniones que a menudo sostienen, la IP y la Federación tengan claro cómo enfrentar lo que se avecina.
Aunque la presidenta diga, como lo hizo ayer en la mañanera posterior a la llamada, que el T-MEC se revisará en 2026, lo cierto es que su gobierno ya cuenta el futuro inmediato, mediato y a largo plazo de ese tratado en días o semanas: planificar más allá de eso sería ilusorio.
Por ejemplo, para la Secretaría de Economía, hay que empezar a concebir un nuevo marco en relación con Estados Unidos. Se habla de una especie de anillos donde los países más cercanos a Washington serán aquellos que logren coincidir con sus intereses y prioridades.
Colarse o estar en uno de los anillos más próximos al núcleo, que sería la superpotencia, sería el objetivo del gobierno y la iniciativa privada. A ver cómo se logra eso sin supeditarse totalmente a los yanquis.
Si bien la Secretaría de Hacienda lleva tiempo en esa lógica, es muy ilustrativo que parte de los mensajes que el gabinete ha trasladado a sus homólogos de Washington es que México está listo para revisar su relación comercial con China, a la que se podrían poner más barreras.
Por eso no debería sorprender que ayer mismo la presidenta, en la mañanera, de evidente buen humor y a punto de sostener una nueva reunión en Palacio con empresarios, puso el ejemplo de Guanajuato, donde la entrada indiscriminada de productos chinos habría afectado la economía de ese estado y sería una de las explicaciones de la violencia en la entidad del Bajío. China hasta en la inseguridad.
Pero no hay que perderse en festejos: antes de la llamada de ayer la presidenta no sabía qué esperar de Trump.
Por ello, en su reunión del miércoles con representantes de cúpulas empresariales tuvo un triple mensaje: hemos hecho mucho, fue el primero; así que si nos va mal en la economía, no sería culpa del gobierno, el segundo. ¿El tercero? Saldremos adelante.
En ese cónclave, el gobierno fue transparente al respecto de que se está en una negociación en la que, independientemente de los acuerdos y los esfuerzos, de las reuniones virtuales y presenciales, de la información que se ofrezca, Trump puede salir con sorpresas.
Sheinbaum es consciente, y lo dijo ayer en la mañanera, de que Trump impondrá aranceles a diversos países. Mientras otros creen que la amenaza es sólo un amago, la presidenta ya descifró la lógica de su interlocutor: quiere cobrar sí o sí.
La presidenta ha demostrado tener la capacidad para resistir y avanzar, pero también la conciencia de que se está frente a una crisis sistémica, donde lo que se haga, por mucho que sea, puede resultar insuficiente, y por ende hay que prepararse para pagar costos.