El primer trimestre del año nos trajo grandes sorpresas en términos económicos.
Ya comentábamos el viernes pasado sobre el significativo aumento del PIB en el sector primario, que alcanzó un crecimiento trimestral del 8 por ciento. A ello se suma un desempeño igualmente sorprendente en la recaudación tributaria.
Veamos las cifras más relevantes.
La recaudación tributaria total del gobierno federal acumuló aproximadamente 1.52 billones de pesos al cierre de marzo, lo que representa un incremento real anual de 17.8 por ciento respecto al mismo trimestre del año anterior. Este crecimiento es el más elevado registrado en la última década.
Un resultado notable, considerando el contexto de estancamiento económico actual.
¿Cuáles fueron las razones detrás de este crecimiento extraordinario?
Existen diversos factores detrás de este fenómeno.
Uno de ellos fue un peculiar ‘efecto calendario’. En 2025, el último día para presentar la declaración anual de las personas morales fue el lunes 31 de marzo, mientras que en 2024, dicho plazo concluyó el 1 de abril, el primer día hábil tras la Semana Santa. Esto provocó que algunos contribuyentes en el año previo optaran por retrasar su declaración hasta abril, inflando así las comparaciones anuales.
Otra razón determinante es la creciente eficiencia administrativa y la intensificación en la fiscalización por parte del Servicio de Administración Tributaria (SAT).
La mayor parte del dinamismo fiscal provino del desempeño excepcional en la recaudación de los dos principales impuestos: ISR e IVA.
La recaudación del ISR mostró un avance real de 21.3 por ciento anual en el trimestre, apoyada en parte, solo en parte, por la solidez del mercado laboral. La masa salarial real del empleo formal aumentó cerca de 4.5 por ciento, ampliando significativamente la base gravable de este impuesto.
Por otro lado, la recaudación por concepto de IVA creció un notable 20.9 por ciento, representando el incremento más alto registrado para un primer trimestre. Este impuesto aportó una cifra récord, superando en 40 mil millones de pesos lo originalmente proyectado. Una depreciación del peso frente al dólar incrementó el valor en pesos de las importaciones, impulsando con ello la recaudación asociada al comercio exterior.
Especial atención merece el desempeño extraordinario de los impuestos a las importaciones.
Aunque este rubro constituye una proporción menor del total de ingresos fiscales, en el primer trimestre aportó más de 42 mil millones de pesos, lo que implica un aumento sin precedentes de 50.5 por ciento en términos reales.
Este crecimiento excepcional puede atribuirse principalmente a tres factores. Primero, a un tipo de cambio promedio más elevado, que aumentó el valor de las mercancías importadas en pesos mexicanos. Segundo, a una fiscalización más efectiva del comercio electrónico internacional; en el último año se reforzaron operativos y regulaciones para asegurar la declaración correcta de mercancías por parte de plataformas digitales y empresas de mensajería, reduciendo significativamente la evasión. Finalmente, a cambios en las políticas arancelarias y la mayor vigilancia aduanera, destacando la reducción del umbral de exención de los llamados ‘minimis’, (productos de bajo costo que no pagan impuestos) y la implementación de aranceles temporales entre 5 por ciento y 50 por ciento a más de 500 productos específicos, además del combate al llamado ‘huachicol fiscal’.
Sin embargo, surge una pregunta relevante: ¿este incremento es un fenómeno aislado o representa una tendencia sostenible a largo plazo?
Fiscalistas independientes consideran que la mayor eficiencia del SAT, apoyada en tecnologías digitales de fiscalización y estrategias efectivas de cobranza a grandes contribuyentes, continuará generando resultados positivos.
Aun así, sostener este ritmo acelerado en la recaudación será complicado si la economía no retoma un mayor dinamismo. Un escenario prolongado de bajo crecimiento podría reducir la base gravable y el consumo interno, afectando negativamente la recaudación.
A pesar de estos logros, México aún muestra una carga tributaria relativamente baja en comparación internacional, entre 14 y 15 por ciento del PIB, muy inferior al promedio de América Latina (21.5 por ciento).
Tal vez los buenos resultados del trimestre pospongan la discusión sobre una reforma fiscal integral; no obstante, esa conversación se volverá inevitable en el mediano plazo.