Para todo efecto comercial, el tratamiento arancelario preferencial en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) quedó sin efecto al concretarse la intención de la administración estadounidense de imponer aranceles a las importaciones de productos mexicanos y canadienses.
El escalamiento de la política proteccionista implementada por la administración Trump contra sus dos vecinos y principales socios comerciales genera incertidumbre sobre el futuro de la integración económica en América del Norte, que se verá afectada por primera vez en más de 30 años.
Este 4 de marzo, el gobierno de Donald Trump materializó la imposición de aranceles de 25 por ciento a prácticamente todas las importaciones de EU provenientes de México y Canadá, del 10 por ciento a la energía canadiense, así como de un 10 por ciento adicional a las de China.
Durante un mes se mantuvo la amenaza de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas a EU, las más altas a ese mercado, medida vinculada a temas de carácter migratorio y, sobre todo, de seguridad nacional.
Pese a la necesidad de desvincular la agenda comercial de la migratoria y la de seguridad, donde la prioridad es detener los flujos de migración irregular y fentanilo a EU, al final Trump terminó imponiendo las medidas arancelarias.
Su verdadero objetivo era montar una campaña contra el sistema económico global que, según el presidente estadounidense, está sesgado en contra de EU, para así imponer los aranceles en un intento por equilibrar las relaciones comerciales.
La medida sirve como una demostración de fuerza económica por parte de Trump, quien desde antes de ganar la elección dijo que arancel (tariff en inglés) era “la palabra más hermosa del diccionario” y advirtió que usaría los gravámenes para defender el estatus del dólar como moneda de reserva.
Desde entonces criticó la tendencia de las empresas estadounidenses a construir algunas de sus plantas en México, lo que ha venido afectando los niveles de confianza en el país, incluso de compañías extranjeras de otras naciones.
En la industria automotriz, armadoras con operaciones en México, como Ford, Stellantis y General Motors, han manifestado su preocupación por las políticas de la administración Trump, mientras Nissan reconoció que analizaría la posibilidad de trasladar su producción de nuestro país a EU.
La Casa Blanca justificó la implementación de aranceles en que “las organizaciones mexicanas de narcotráfico, principales traficantes de fentanilo del mundo, operan sin obstáculos debido a una relación intolerable con el gobierno de México”, entre otras cosas.
Sobre ese punto, en una tarjeta informativa señaló que “esta alianza con el gobierno mexicano pone en peligro la seguridad nacional de EU y debemos erradicar la influencia de estos peligrosos cárteles”.
La presidenta Claudia Sheinbaum dijo que México responderá a la imposición de aranceles por parte de EU con medidas igualmente arancelarias y posiblemente jurídicas, que serán detalladas el domingo en el Zócalo de la Ciudad de México.
Respecto a la comunicación de EU, la mandataria enfatizó que “la Casa Blanca publicó un comunicado ofensivo, difamatorio y sin sustento sobre el gobierno de México, que negamos rotundamente y condenamos categóricamente”.
Mientras en represalia China impuso aranceles de hasta 15 por ciento a algunas exportaciones estadounidenses, Canadá contraatacó aplicando aranceles de 25 por ciento a importaciones provenientes de EU inicialmente por 30 mil millones de dólares canadienses, unos 20 mil 700 millones de dólares.
El gran inconveniente de la política comercial de America First de Trump son los costos incalculables que tendría América del Norte en caso de revertir décadas de integración económica por la vía de la aplicación de aranceles.
Si bien México puede defender sus intereses comerciales contra las decisiones unilaterales e injustificadas de EU, aplicando incluso medidas de retaliación, las expectativas de los analistas apuntan a un crecimiento mediocre en lo que resta del año.
Sin embargo, algunos empiezan a incorporar en sus pronósticos un escenario de estancamiento, mientras que los más pesimistas ya reflejan en sus estimados una mayor probabilidad de recesión de la economía mexicana.