Llegamos a esa discusión. Que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al parecer, pretende adelantar la discusión sobre el tratado de libre comercio que comparte con México y Canadá.
¿Querrá terminarlo si no le gusta? Posiblemente, aunque las reglas que su anterior equipo aceptó implican que ese acuerdo no terminará antes de 2036, aunque no le guste.
¿Puede ignorar esa regla? Esa y otras, pero entonces recuerdo esa publicidad: en España, Santander cobra una tasa inferior al 5 por ciento anual a quien compró una casa mediante un crédito hipotecario. En México, al menos 11 por ciento, de acuerdo con lo que dice su sitio web. Es incómodo ver que acá te cobren más del doble.
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Es 2025 y los mexicanos seguimos pagando los errores de otros mexicanos que tomaron malas decisiones, digamos en 1976, 1982 y claro, en 1994, cuando el peso enfrentó una devaluación de una dimensión que no hemos vuelto a ver.
Hubo otros errores en 2013 y 2018, cuando otros mexicanos cambiaron la Constitución para abrir las reservas de petróleo y la generación de electricidad a la inversión privada, y otros más ignoraron esas reglas y detuvieron esa y otras actividades para encargar nuevamente a Pemex y CFE el negocio.
No importa aquí cuál es la mejor estrategia. Lo que evidenciamos es que somos un relajo. Muchos países latinoamericanos lo son.
“Como digo una cosa, digo otra”, decía la Chimoltrufia, conocido personaje creado por Roberto Gómez Bolaños.
Somos impredecibles en muchos aspectos a los ojos de extraños y eso significa riesgo para los bancos. En buena medida, eso nos lo cobran a todos con las tasas bancarias.
¿Puede empezar a ocurrir lo mismo a los estadounidenses? Ya los bajaron una vez de su nube.
“Fitch Ratings – Londres – 01 de agosto de 2023: Fitch Ratings ha rebajado la calificación de incumplimiento de emisor (IDR) en moneda extranjera a largo plazo de los Estados Unidos de América a ‘AA+’ desde ‘AAA’”, divulgó ese día la calificadora.
Los vecinos tienen un problema fiscal. Ahora podrían añadir el de incertidumbre económica al prender y apagar acuerdos pactados, a gusto de quien llega a la Casa Blanca ¿Querrá la potencia vecina adoptar riesgos latinoamericanos?
Porque el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá es claro: aún y cuando uno de los países involucrados quiera eliminarlo, su Artículo 34 establece un plazo que concluye ese año. Otra decisión significaría, en los hechos, incumplirlo.
Si bien hoy Trump puede disfrutar los beneficios políticos de tomar una medida radical, una decisión visceral de su parte, como otras que ya ha considerado, sentarán un precedente: los tratados firmados con Estados Unidos no son serios.
Eso representa un valor negativo de largo plazo que pagará su gente por la vía económica. Los mexicanos conocemos ese problema.
Mi percepción es que no llegaremos a eso. Hay varias razones:
Uno. Presidentes y directivos de empresas agremiados en la US Chamber of Commerce quieren más tratados de libre comercio, no menos.
Dos. Estados Unidos hoy enfrenta una carrera de nivel superior a la de luchar por el regreso de la manufactura: “The next big arenas of competition”, lo llama la consultora McKinsey.
Son 18 arenas que ya transforman la economía global, reparten miles de miles de millones de dólares y generarán ingresos de entre 29 y 48 billones de dólares para 2040.
La lucha por ese dinero está en actividades como la ciberseguridad, la próxima movilidad aérea, medicamentos para la obesidad y enfermedades relacionadas, la robótica, la biotecnología no médica, en adición claro, al software y servicios de inteligencia artificial.
¿Los estadounidenses querrán doblar fierros para hacer máquinas o hacerse expertos en ingeniería de ‘prompts’? Deben decidir eso ya.
Es muy difícil que el TMEC termine en 2026. Expertos me dicen que lo más viable es ver una revisión complicada de 2026 a 2030. Pueden tardar varios años en llegar a un acuerdo porque Trump dejaría abierta la puerta para una renegociación o salida como mecanismo para apalancar negociaciones en otros frentes.
Debemos acomodarnos, pues, con la permanente negociación.