El horror del campo de exterminio localizado en Teuchitlán, Jalisco, supera mucho de lo que habíamos visto en México. Refleja una matanza del nivel que hace años ocurrió en San Fernando, Tamaulipas. Sin embargo, este campo fue también de adiestramiento.
Cientos, miles de jóvenes que buscan empleo son llevados a este tipo de campos en donde son vejados y maltratados hasta convertirlos en seres deshumanizados mediante el enfrentamiento a muerte entre ellos mismos. Por eso es también un campo de exterminio.
Dependiendo de la fuente, hay centenares o miles de estos campos en el país. Es algo que ya había documentado Karla Quintana hace años, según nos recuerdan Héctor de Mauleón y José Ramón Cossío, ambos insistiendo en la incapacidad del gobierno anterior y el actual para escuchar a quienes buscan a sus desaparecidos, y a la ciudadanía en pleno.
En estas mismas páginas lo comentamos en esos años: el estancamiento o ligera reducción en el número de homicidios era más que compensado con el crecimiento de los desaparecidos. López Obrador se deshizo de Quintana, y decíamos entonces que se trataba de desaparecer a quienes el crimen ya había desaparecido. En eso seguimos.
Finalmente, la realidad está confirmando todo lo que hemos comentado por años. AMLO no cumplió su promesa de enfrentar la inseguridad y la corrupción, pero sí logró destruir lo que funcionaba.
México es hoy un peor lugar que hace siete años. Lo es porque el crimen organizado ha alcanzado un mayor control territorial, porque más de 100 mexicanos mueren o desaparecen cada día, porque la alianza entre el crimen y el gobierno ha alcanzado niveles antes impensables. López y sus aliados buscaban el poder por el poder mismo, pero también por las fortunas que han podido amasar en estos pocos años. No por nada México ha caído en las mediciones internacionales de transparencia y corrupción. Somos hoy un país más violento y corrupto que hace siete años. Todos los datos lo confirman.
Al mismo tiempo, este grupo destruyó un sistema de salud mediocre, pero funcional. No lo reemplazó con nada. Hoy se vacuna menos, y por eso regresa el sarampión. Hoy no hay forma de obtener las medicinas en dichas instituciones.
La farsa del IMSS Bienestar se ha derrumbado. La mortalidad materna e infantil ha crecido, por lo que la esperanza de vida de los mexicanos es hoy menor que la de hace siete años.
El desastre es menos notorio en otras áreas, pero existe: en educación, en infraestructura, en relaciones exteriores, en todo. Esto ocurrió mientras las finanzas públicas se destruían. Es decir, la desgracia no viene de falta de recursos. El dinero que había se usó para comprar la voluntad de los mexicanos repartiendo efectivo. Así que hoy no se tiene la posibilidad de resolver ninguno de los problemas mencionados.
Por el contrario, ha crecido la deuda y lo sigue haciendo mes a mes, sin que se pueda invertir un centavo en mejor seguridad, más atención en salud, en nada.
Pero el grupo que causó eso tiene ahora todo el poder en las manos. Porque compraron la voluntad de los votantes, pero también porque orquestaron un golpe de Estado cuando esos votos no les alcanzaban para quedarse con todo. Eso fue lo que les dio las mayorías que hoy tienen en las Cámaras y el control casi absoluto de la política nacional: un golpe de Estado.
Ese grupo es responsable de la tragedia de seguridad y de salud, es responsable del desastre de las finanzas públicas y del deterioro paulatino, pero constante, que sufre México. Es gracias a ellos que hoy el país está peor que hace siete años. Todo el poder, toda la responsabilidad.
No sé qué traiga el futuro para ese movimiento excluyente, indisciplinado e incompetente que ha asaltado a México. Pero lo de hoy es esto.