Se publicó ayer, el índice de actividad industrial al mes de enero. La contracción de la industria fue de -2.8% contra enero de 2024. Son ya cinco meses de caída, que ya llevaron el acumulado anual a terreno negativo. Fuera de la pandemia y el confinamiento, tuvimos un comportamiento similar al actual con la cancelación de la construcción del aeropuerto, que duró hasta que el “anillo al dedo” lo convirtió en una crisis global, y no la tontería local.
Al interior de la industria, prácticamente todos los sectores tienen un desempeño negativo. Minería, que es esencialmente extracción de petróleo, cae ya casi a 9% anual; electricidad no cayó en enero, pero está 30% por debajo del nivel que tenía en 2018. Construcción cae casi 7%, y promedia una contracción mensual de 5% en los últimos seis meses. Finalmente, manufacturas cae casi 1% y cumple tres meses de contracciones.
Todos estos datos son de antes de que empezara la telenovela de los aranceles. Aunque Trump tomó posesión el 20 de enero, el show es realmente en febrero, por lo que es probable que la tendencia que se percibe desde fines de 2024 haya continuado en el mes siguiente. El indicador de ventas de la ANTAD, en México, reportó una caída en sus ventas a tiendas iguales, en términos nominales, es decir, antes de descontar la inflación. Hacía buen rato que no veíamos eso. Los mexicanos están comprando menos.
Para marzo, creo que habrá que sumar el impacto del show en nuestro principal cliente, Estados Unidos. Con o sin aranceles, el derrumbe de los mercados en ese país parece apuntar a una recesión, es decir, un cliente con menos dinero.
Aunque muchas personas creen que el tema de aranceles movería inversión a Estados Unidos, eso no está muy claro. Sin duda habrá menos interés en invertir en México o Canadá, frente a la amenaza, pero eso no implica que quieran hacerlo en el país grande, porque tampoco están claras las reglas ahí. Si una empresa puede ser negocio cubierta con un arancel de 25%, y por la razón que sea, ese arancel desaparece, la empresa dejará de ser rentable. ¿Por qué arriesgar?
Como habíamos platicado hace meses, el problema importante con Trump es el incremento de la incertidumbre. Esto significa no sólo un mayor riesgo, sino un desconocimiento total de los escenarios futuros. Cuando el riesgo (que es medible) crece, puede compensarse con negocios que ofrezcan un mayor rendimiento, y hay un “movimiento hacia la calidad”. Pero cuando lo que crece es la incertidumbre, lo que conviene es quedarse quieto, guardar el efectivo y esperar. El “oráculo de Omaha”, Warren Buffett, en eso está desde hace meses.
No faltan los que encuentran alguna brillante estrategia detrás de las acciones de Trump, como ocurría aquí con López. Estaría acelerando la recesión para poderla sortear antes de las siguientes elecciones, o lo haría para presionar a la baja las tasas de interés y, con ello, bajar el costo financiero del gobierno, entre otras explicaciones. Yo no encuentro racionalidad en el proceder de Trump, sino más bien una repetición (a escala gigantesca) de las ocurrencias que destruyeron la economía mexicana y nos pusieron en situación muy vulnerable a lo que ahora ocurre. En el caso actual, no dudo que detrás de varias decisiones haya mal manejo de información para beneficio personal de Trump o sus amigos, pero una estrategia de política económica, no la veo.
Para nosotros, lo preocupante es esa vulnerabilidad que tenemos hoy. Ya Moody’s decidió poner perspectiva negativa al sistema bancario en México, argumentando la incertidumbre y la menor actividad. Cada ajuste de este tipo hace más probable la pérdida del grado de inversión, que sería un desastre financiero. No teníamos por qué sufrir esto, pero ganar las elecciones era todo lo que les importaba.