Las semanas pasadas nos distrajo Donald Trump. Precisamente en días en los que el futuro de Tesla fue dibujado por analistas y la tecnología dio un salto con garrocha, en esta región norteamericana del planeta nos dio por revisar aranceles, por cortesía del presidente de Estados Unidos.
¿Qué traerá ahora el empresario y funcionario aliado de la Casa Blanca?
Tesla sigue y seguirá vendiendo coches eléctricos, pero tal como ahora es fácil ver una Cyber Truck circulando en Paseo de la Reforma. ¿Estamos cerca de ver un Optimus cargando las bolsas de alguien en Avenida Masarik?.
Tesla, pero también otras estadounidenses y chinas, parecen ponerse de acuerdo en la revelación de avances durante marzo.
Exhiben productos tecnológicos que cambiarán las casas y las oficinas antes de que enciendan el pebetero de las Olimpiadas de Los Ángeles. Lean, si quieren hacer negocios en lo que resta de la década.
A raíz de los vínculos de Musk con Trump, a Tesla le va muy mal en ventas de automóviles, particularmente en Europa, y el valor de sus acciones se desplomó 35 por ciento en lo que va del año hasta llegar a 262 dólares.
Pero un analista del grupo financiero Morgan Stanley lanzó señales que podrían derivar en un nuevo repunte de esa compañía, para que sus papeles superen nuevamente el nivel de 400 dólares.
¿Por qué eso es importante para México? Por la posibilidad que representa la rápida revolución de una industria hoy irrelevante, como la de robótica. Si México es capaz de producir partes para máquinas, coches y aviones, resulta natural que pueda integrarse a la cadena de suministro de robots. (Ya expuse aquí antes mis razones para creer que la pugna por aranceles no durará en el largo plazo).
El sujeto que inyectó optimismo al futuro de Tesla es Adam Jonas, un estadounidense criado en Canton, Ohio, quien hoy es director de Investigación Global sobre automóviles y movilidad compartida en Morgan Stanley.
Su perspectiva es que Tesla cambiará su vocación automotriz por la de robótica, que incluye vehículos autónomos, lo que justifica un ascenso en el valor de sus acciones.
“Lanzaremos en junio la conducción autónoma completa sin supervisión como servicio de pago en Austin (Texas)”, dijo hace mes y medio Elon Musk, respecto a su Robo Taxi, durante una llamada con analistas financieros.
Luego llegará Optimus, el robot cuyas funcionalidades tan diversas pueden generar una demanda que entregue a la empresa más de 10 billones de dólares (trillions) en ingresos, de acuerdo con estimaciones del magnate. Los primeros “cientos” trabajarán dentro de instalaciones de Tesla para el final de este año, advirtió en enero.
En Morgan Stanley estiman que por cada punto porcentual que Optimus pueda tomar de la fuerza laboral estadounidense, justifica 100 dólares más en el valor de las acciones de la compañía.
Entiendo el escepticismo. Pero lo que subyace es grande: Morgan Stanley ya comienza a integrar la robótica al valor de las empresas de mayor dimensión en el mundo. Estos androides están por llegar. Lean:
Durante las dos semanas en las que nuestra atención estuvo centrada en aranceles, Unitree Robotics, una empresa china que compite con Boston Dynamics, ya vende sus humanoides por el equivalente a 500 mil pesos, un tercio respecto al de su competencia estadounidense.
Unitree abrió el código fuente de su diseño de hardware y algoritmos, lo que implica que desarrolladores de todo el mundo podrán trabajar en esa plataforma en afán de hacer negocios; además comienza a integrar ChatGPT a su sistema operativo.
En esa misma nación, anunciaron Zuchongzhi 3.0, un prototipo de computadora cuántica con 105 qubits legibles, el doble de Sycamore, de Google, la más conocida de la compañía.
También llegó Manus, una herramienta china que se promociona como el primer agente de IA totalmente autónomo del mundo capaz de planificar, ejecutar y entregar tareas complejas de forma independiente.
De este lado del planeta, Microsoft presentó Dragon Copilot, un agente que también compite en el trabajo de tomar notas de conversaciones y asignar tareas.
Los anuncios sobre inteligencia artificial no caben en este espacio. Respecto a Tesla, la duda respecto a su potencial revalorización, persiste.